1.799. Cuentas de la Capellanía de San Juan
Bautista de Villarrodrigo. (Archivo
Parroquial de Villarrodrigo, Libros de Cuentas y diezmos).
La Capellanía de San Juan Bautista fue instituida por Juan de Aranda y Leonor de Cazorla. Se rinden cuentas por parte del administrador, Antonio de Piña, a Juan Gómez Jara (Orden de Santiago) desde octubre de 1.794.
Cargo: 2470 Reales y 25 Maravedíes
- 56 R y 8 m: resumen últimas cuentas.
- 1086 R y 29 m: débitos atrasados contra los pagadores de los censos de las últimas cuentas.
- 1327 R y 2 m: réditos de los censos de estos cinco años a razón de 265 R y 14 m cada anualidad.
Datta: 1643 Reales y 32 Maravedíes
- 160 R: de 5 funciones hechas al santo a razón de 32 R cada una.
- 60 R: mantel para el altar de la capilla del santo.
- 26 R: cortina de vara y media de indiana hecha en la ventana de su capilla.
- 9 R: estera para la peana del altar.
- 124 R: de retejar y hacer obra menor en la capilla durante 1.795.
- 264 R y 32 m: de réditos atrasados que deben los pagadores de censos.
Alcance: + 826 R y 27 m
Nota: 1 real = 34 maravedíes
COMENTARIO: Según el diccionario de la RAE, una
capellanía es una fundación en la que ciertos bienes
quedan sujetos al cumplimiento de misas y otras
cargas
pías.
Es el capellán el encargado de administrar los
bienes de
la capellanía y tiene la obligación de celebrar misas y
otros actos de culto.
Una capellanía funcionaba de la
siguiente forma: Una
persona, a quien se le llamaba el
fundador de la capellanía,
en vida o en testamento donaba
una cantidad (en metálico
o en bienes) para el
sostenimiento de un capellán, el cual
quedaba obligado a decir un
cierto número de misas en
su memoria. Los bienes donados o
la cantidad en metálico
que se invertía, producían unos
frutos que eran la renta
que recibía el capellán. El
fundador nombraba al capellán
(que también podía ser una orden
religiosa) y establecía la
forma de sucesión en el cargo.
La capellanía podía estar ligada a una capilla en la
iglesia
o en alguna de las ermitas, construida por el fundador,
bajo la advocación elegida por el mismo, donde se
decían
las misas por su alma. En este caso, de las rentas
de los
bienes donados se establecía una parte para el
cuidado y
mantenimiento de la capilla. También de las rentas
se
podía establecer una parte para obras pías y de
caridad.
En ciertos casos, la capellanía tenía por objetivo
dar una
renta vitalicia para algún familiar elegido por el fundador
y otros descendientes, pudiéndose así perpetuarse la
institución durante cientos de años.
La capellanía de San Juan Bautista fue fundada por
Juan
de Aranda y su mujer Leonor de Cazorla. El fundador
Juan de Aranda era un vecino cuantioso en la visita de la
orden del año 1.507. En la visita de 1.525 ya había
construido la capilla de San Juan Bautista en la iglesia y
en la
visita de 1.554 ya había fundado la capellanía para
su mantenimiento y nombrado capellán a su sobrino el
clérigo Alonso
de Aranda. La Capellanía de
San Juan
Bautista dependía del Arzobispado de Toledo que le
dio licencia el 19 de junio de 1.539.
Bautista dependía del Arzobispado de Toledo que le
dio licencia el 19 de junio de 1.539.
En 1.622 se le concede al clérigo Francisco Marín la
capellanía de Juan de Aranda por ser el familiar
vivo
más cercano.
En 1.721 el patrimonio de esta Capellanía se había
incrementado por la donación de 20 ducados del
difunto Juan Cano de Bustos.
En 1.786 existían en Villarrodrigo al menos tres
Capellanías: San Juan Bautista, Santa Ana y Ánimas.
En el año 1.799 continuaba viva la capellanía de San
Juan Bautista con su capellán, su capilla y además con
un administrador de los bienes. El capellán era el
clérigo
Juan Gómez Jara y el administrador Antonio de Piña.
Los ingresos eran las rentas de la cantidad metálica
donada por los fundadores e invertida en censos o
préstamos.
Los gastos se repartían entre las misas al santo y
el
mantenimiento de la capilla (mantel para el altar,
cortina
para la ventana, estera para la peana del altar y
retejado
y obras menores en la capilla).
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