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lunes, 7 de febrero de 2011

1.811.- Provincia marítima de Segura. III.- Utilidad de los montes.


1.811.- Provincia Marítima de Segura. III.-Utilidad de los montes de Segura. (B.N. Expediente sobre el régimen y administración de los montes de Segura de la Sierra y de su Provincia y memoria sobre el propio asunto. Martín Fernández de Navarrete. Madrid. Imprenta de D. Miguel de Burgos. 1.825)


Al mismo tiempo había ordenado el Señor ministro de Marina al archivero de su ministerio Don Juan Sans y de Barutell, reconociese el archivo de su cargo, y que previo un examen detenido de los expedientes que existiesen relativos a los montes de Segura, hiciese una exposición metódica de cuanto fuese oportuno y conducente a ilustrar una materia tan importante. En desempeño de este encargo presentó Don Juan Sans la siguiente

MEMORIA
SOBRE la situación geográfica y extensión de la provincia de Segura de la Sierra, con los pueblos y ríos que comprende, y utilidad, gobierno y administración de sus montes, según resulta de documentos originales existentes en el archivo del Ministerio de Marina

CAPITULO III

Descubrimiento de la utilidad delos montes de Segura, su dependencia del Real Negociado de Sevilla, y orígenes de este.

47 A un benemérito y celoso ministro del Rey se debió por los años de 1.733 el importante descubrimiento de la utilidad de los montes de Segura de la Sierra, que ya desde luego ahorró al Estado sumas considerables; evitó la salida del reino de crecidas cantidades, y proporcionó después un comercio ventajoso a la Real Hacienda, que sigue aún, y abundante surtimiento de ciertas clases de madera, en especial de pino blanco o salgareño, para los arsenales de Cádiz y Cartagena, que podrá igualmente continuar cuando lo permitan las ocurrencias del día.

48 .Debían prepararse en Sevilla por aquella época las maderas necesarias para el edificio que se levantaba entonces de la nueva fábrica de tabacos, y no podía echarse mano de las del país porque no se labraban en él de los tamaños que eran menester para la obra. Era pues preciso hacerlas venir de Flandes, y para esto debía verificarse una anticipación de 80 peso, sin cuya circunstancia no se atrevían los comerciantes a emprender su conducción. El superintendente del tabaco Don Sebastián Caballero (que lo fue también de los montes de Segura) no tenia suficientes caudales para la anticipación que se calculó necesaria, y en caso de poderlos encontrar, le era sumamente doloroso extraerlos de la península.

49 Hallándose en estos apuros, llegó felizmente a su noticia la especie de que en tiempos pasados se habían traído a Sevilla maderas de aquellos montes, que eran de mejor calidad que la de Flandes; y que vivían todavía algunos hombres bien que muy pocos, que habían alcanzado corriente este tráfico, cuyo exterminio atribuían unos a los excesivos derechos que le cargaron, y otros a las dificultades de la conducción. La comunicó al instante al ingeniero de la obra D. Diego Bordic, y de común acuerdo se hizo un reconocimiento de las maderas de aquellos montes que existían en algunas iglesias y casas antiguas; y el resultado fue conforme a sus deseos, pues se hallaron ser muy superiores a las extranjeras.

50 Alentados ambos, y llenos de bien fundadas esperanzas, enviaron a Segura sujetos de su confianza e inteligencia para que examinasen aquellos montes con arreglo a la instrucción que les dieron, y les informasen de la calidad de sus maderas, de la utilidad de ellas para la obra de la fábrica, posibilidad de restablecer el antiguo tráfico en Sevilla, y proporción o dificultades de conducirlas a esta capital.

51 Por el informe que les dieron los comisionados de resultas del examen y reconocimiento que practicaron, vinieron en conocimiento seguro de que la calidad de las maderas era admirable; que las había de todos tamaños; que era conveniente su conducción a Sevilla, y que venciendo algunos obstáculos podía efectuarse por el Guadalimar y Guadalquivir con facilidad y poco costo.

52 Asegurados por este informe de lo muy ventajoso que sería al Estado valerse de aquellas maderas para la fábrica mencionada, dio Caballero un circunstanciado parte a los señores secretarios de Estado y del despacho de Hacienda y Marina marques de Torrenueva y Don Josef Patiño de las diligencias que con el ingeniero habían hecho para averiguar lo cierto en orden a la bondad de la madera de los montes de Segura, y útil aplicación a la obra de la fábrica; proponiendo al mismo tiempo una corta de árboles al efecto Convencidos dichos señores secretarios de Estado por las razones de conveniencia e interés público representadas por Caballero y apoyadas por Bordic, expidieron las reales órdenes correspondientes para que se procediese al proyectado derribo y transporte por el Guadalquivir a Sevilla; órdenes que hubieron de ejecutarse con mucha celeridad y eficacia, puesto que en 1.734 llegó ya a aquella capital la primera maderada compuesta de más de 8.000 piezas de pino de todas medidas.

53 En 1.735 llegó a Sevilla la segunda maderada, y fueron continuando anualmente los derribos, a fin de que todos los inviernos se botase una al agua, como se verificó constantemente, menos los en que por escasez de lluvias faltó raudal suficiente en el Guadalimar; en cuyas cercanías se hicieron las primeras cortas, como sucedió en 1.737, en que no pudo efectuarse la navegación de la pinada; y así siguió hasta 1.764 en que se estableció la alternativa por años en las cortas y conducción para Marina y Negociado.

54 Desde 1.733, en que se resolvieron y ordenaron los derribos para la fábrica del tabaco, se encargó privativamente por reales decretos y providencias expedidas por los consejos de Castilla y Ordenes al superintendente de ella la jurisdicción de dichos montes y de los de Alcaraz, arbolados, plantíos, su conservación y aumento. Desde entonces quedaron inhibidas las justicias del conocimiento de todas las causas de quemas, talas, &c.; y lo tuvieron exclusivamente los superintendentes hasta 1.748 que se dio a los intendentes de marina de Cádiz y Cartagena, según la división que se hizo, de que se hablará después; lo que prueba que aquellos montes pedían reglas particulares por lo importante que es su conservación a la causa pública y servicio de S.M.

55 Para su mejor gobierno y administración se estableció en Segura una subdelegación de la superintendencia de Sevilla, que obtuvo muchos años Don Gregorio de la Cruz y Tirado, y era el único en aquel partido que podía ejercer jurisdicción en este ramo. Así lo declaró el Rey en 20 de septiembre de 1.746 con motivo de haber providenciado el alcalde mayor de aquella villa Don José de Posadas el cumplimiento y ejecución de un despacho del intendente de Cartagena Don Francisco Barrero a favor del asentista Don Pedro Asencio para la corta de cierta cantidad de robles y encinas; providencia que calificó el Rey de exceso, y mandó pasar el expediente al subdelegado Cruz.

56 Como la verdadera utilidad de los montes dimana y depende esencialmente de su conservación, y la libertad ilimitada y sin sujeción a reglas con que derribaban los árboles los naturales del país, y comerciaban con las maderas como si fuesen propias, abasteciendo los pueblos de Andalucía del curso del Guadalquivir hasta Córdoba, los destruía y aniquilaba; prohibió justísimamente Don Sebastián Caballero, luego que estuvo radicada en él la jurisdicción de aquellos montes, este tráfico tan contrario a la causa pública e interés general.

57 Pero teniendo al mismo tiempo una prudente consideración con dichos pueblos, para que no les faltase la madera necesaria para sus usos dispuso, desde que bajó la primera pinada, que en varias partes de les reinos de Jaén y Córdoba se dejasen porciones de ella, y se vendiesen a cuenta de la Real Hacienda por los administradores del tabaco, a quienes encargó esta negociación. Mas adelante se estableció con el mismo benéfico objeto una factoría en la ciudad de Córdoba, y otra posteriormente.

58 Sin embargo de la mucha madera que dejó la pinada en su navegación, fue tan considerable la cantidad que llegó a Sevilla, que no se encontraron al pronto almacenes para su custodia y resguardo. Y convencido Caballero, tanto por su abundancia y necesidad de dejarla a la inclemencia, como por el mucho valor que allí tenía con respecto a su costo, de que seria provechoso al Estado y grato a los naturales de aquel reino venderla en la capital para surtimiento de los pueblos, así lo ordenó y puso en práctica, e hizo construir al intento un grande almacén extramuros de la ciudad. Continuó este tráfico o comercio aun después que cesaron las obras de la fábrica, y sigue todavía con el nombre que se le puso al principio de Real Negociado o Negociación de maderas de Sevilla.

59 Estuvo esta dependencia desde su establecimiento a cargo de la vía reservada de Hacienda hasta el año de 1.751, que tuvo por conveniente el señor marques de la Ensenada agregarla a la de Marina con motivo de haberse puesto a su cuidado los montes de su demarcación, y la observancia de las ordenanzas de este ramo; pero viendo el señor Don Julián de Arriaga, secretario del despacho de Marina, que el envío de maderas a Sevilla y el camino de Santander a Reinosa no tenían conexión alguna con su ministerio, propuso en 28 de abril de 1.755 al señor conde de Valdeparaiso, que lo era de Hacienda, se declarasen ambos asuntos peculiares de esta vía; y habiéndose conformado el conde, según manifestó en oficio de 5 de mayo siguiente, quedó desde entonces separada de Marina, y volvió a su natural y primitivo ministerio.

60 No solo (como se ha dicho antes) se utilizó el Estado de los montes de Segura para el suntuoso edificio de la fábrica del tabaco y Negociación de Sevilla, sino también para la marina real. El primero que conoció la utilidad de aquellas maderas para los arsenales del Rey, y la facilidad de su conducción por el Guadalquivir, fue el arquitecto y maestro de obras Don Vicente de Acero, que con motivo de tener a su cargo la de la fábrica asistió a la primera corta que se hizo, y a su regreso (que fue a fines de 1.734) lo puso en noticia del intendente de marina de Cádiz Don Francisco de Varas y Valdés.

61 Deseoso este buen servidor del Rey de averiguar con toda certeza la verdad en asunto de tanto interés para la monarquía ordenó pasase a principio de diciembre de 1.734 a reconocer aquellos montes el carpintero de construcción Francisco Gener; y habiéndolo examinado a su vuelta (que fue a fines de enero del siguiente año de 1.735) el constructor Don Ciprian Autran sobre la calidad, clase y abundancia de los árboles, y demás objetos de su comisión, propuso al intendente Varas se hiciese otro reconocimiento mas fundamental, porque siendo cierto lo que decía Gener, seria haber hallado un tesoro: de todo lo cual dio el intendente parte a S.M. por conducto del Señor Don José Patino.

62 Pero este reconocimiento propuesto por Autran no se efectuó hasta 1.738 con motivo de haberlo también pedido el intendente de Cartagena Don Alejo Gutiérrez de Rubalcava en 5 de febrero de aquel año de resultas de habérsele mandado en 25 de enero anterior informar sobre la facilidad o inconvenientes de conducir por el río Segura las maderas de aquella Sierra.

63 Encargó esta visita el Señor Infante Almirante en 15 del citado febrero al capitán de fragata Don Juan Valdés, y al maestro Francisco Gener, con prevención de que saliesen ambos de Cádiz el Iº de abril. Mandó igualmente salir de Cartagena el propio día al maestro de arboladura de aquel departamento acompañado del sujeto práctico, y que unos y otros examinasen todo el curso del Segura, la calidad de las maderas, su utilidad para arboladura de bajeles, y si podrían conducirse o navegar en jangadas por el expresado río.

64 Valdés evacuó su comisión con una eficacia digna de elogio, pues en 26 del mismo abril dio parte de haber ejecutado ya el reconocimiento de los montes, informando que había encontrado un pino de 18 pulgadas (a lo que yo entiendo de diámetro) y de 40 codos de largo, que de 6 hasta 9 pulgadas y de 38 a 42 codos había abundancia, y que de 6 pulgadas hasta el menor grueso era innumerable la porción que había visto: que el color de los mas de ellos era blanco, el de algunos de coral, y ninguno acitronado: que serian buenos para arboladura si los hubiesen cuidado, pero que podían aplicarse para mesanas, palos de paquebotes, vergas, vigas, tablones, cuartones y tablazón, de cuyos géneros había provisión para muchos años: que beneficiándolos, como había prevenido por escrito al alcalde de Segura, podrían servir los mas gruesos para palos de navíos grandes en el término de 20 años; pero que para esto era indispensable obligar a las justicias a cortar las ramas, sangrar los árboles y hacer plantíos; y que tanto los blancos como los de color de coral eran de buena calidad, correosos y nada vidriosos.

65 En cuanto al transporte de maderas por el río, dijo que había visto su nacimiento, y que no tenia bastante agua para esta operación; pero que a corta distancia se le agregaban otros, por cuya concurrencia adquiría raudal suficiente que en las tres leguas que tenia reconocidas no se encontraba recodo alguno que impidiese bajar los palos, y que no habiendo mas abajo algunos inconvenientes mayores, podía hacerse navegable a costa de algún caudal: que era menester abrir carriles para llevar las maderas al Segura; pero que era muy fácil trasladarlas al Guadalimar y Guadalquivir mejorando los caminos, y que reconocería el Segura hasta su desembocadura al mar.

66 De resultas de este informe se mandó a Valdés en 9 de mayo de orden del señor Infante Almirante venir a la Corte, y en 2 de junio al gobernador y justicia mayor de Segura D. Leonardo Ventura de León que de acuerdo con él propusiese el modo y forma de sangrar los pinos, podarlos y transportarlos, y señalar los parajes donde para su abasto y aprovechamiento podrían cortar aquellos naturales de los que no fuesen útiles para los bajeles; encargándosele al mismo tiempo el plantío y conservación de los montes. León acusó el recibo de esta orden en 13 de setiembre, la comunicó por vereda a las justicias de su partido, y dio parte de las providencias que en virtud de ella había tomado.

67 No perdiendo jamás de vista el intendente de Cartagena Rubalcava las grandes ventajas que resultarían al real erario de servirse en aquel arsenal de estas maderas, transportándolas por las aguas de Segura hasta la mayor posible inmediación al departamento, hizo levantar un plano de este río por el contramaestre de construcción Luis Detté, que remitió en 24 de mayo de 1.741, con una relación del mismo en que manifestaba que desde la entrada del río Tus se podrían sacar de 6 a 7 carretadas de tablazón, por estar los montes en aquel paraje a las orillas del Segura; y ponderaba tanto la abundancia de pinos, hasta decir que en ninguna parte los producía el terreno con mas fecundidad; pero se quejaba agriamente, como lo había ya hecho Valdés, de las continuas quemas y talas causadas por los del país para siembras y pastos de ganados, que los destruían y aniquilaban. Rubalcava decía en su carta misiva, que respecto a que la tabla ordinaria podría sacarse de allí con ventaja en el costo a la del Norte, convendría conservar aquellos montes, y pasar al efecto oficio al presidente del consejo de Ordenes para que dirigiese las correspondientes al gobernador de la villa de Segura, a fin de que celase en esta parte todo lo conveniente al servicio de S.M. y ejecutase las Ordenes de S.A, el señor Infante, porque a pesar de habérsele mandado ya, y también á las justicias de su gobernación ninguno había dado cumplimiento presumiendo intrusa la jurisdicción de Marina.

68 Sin embargo de los reconocimientos que se practicaron por parte de la Marina, y providencias que se dieron concernientes a la conservación y fomento de aquel arbolado, no se ejecutó por ella corta alguna mientras residió privativamente su jurisdicción en la superintendencia de Negociado, sino la que se hizo de robles y encinas en 1.746, en virtud de despacho expedido por el intendente de Cartagena a favor del asentista Don Pedro Asencio, de que se ha hecho mención.

69 Antes del citado año cuando en la Carraca, que fue el único arsenal que al principio se sirvió de aquellas maderas, se necesitaba algunas partidas de ellas, se hacia el pedido correspondiente a Sevilla; si las había en los almacenes del Negociado las enviaba el superintendente, como lo ejecutó en los años de 1.736, 1.742 y 1.744; pero si no las había de los tamaños que se pedían daba providencia para que se cortasen en los montes de Segura, y así lo hizo en 1.745. Estas maderas mandó el Rey por su orden de 27 de setiembre de 1.746 se pagasen por la Marina al Negociado según costo y costas.

70 Como la corta y negociación de maderas no se hallaban establecidas sobre reglas de buena administración, formó una instrucción para su gobierno sucesivo Don Francisco Gómez de Barreda, y otra Don Rodrigo de las Cuentas, que se pasaron el intendente Rubalcava para que informase lo que se le ofreciese y pareciese; la de Cuentas se le remitió en 2 de febrero de 1.745. y la de Barreda en el 16 de marzo del mismo año. Rubalcava dio su dictamen en 10 del siguiente agosto, proponiendo varias providencias para mayor utilidad de la. negociación y beneficio de los montes. En el a archivo del Ministerio de Marina no consta la resolución que se tomó, porque el expediente a que pertenece este dictamen pasó a la secretaría de Hacienda con los demás papeles concernientes al Negociado.

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