1.620.- Fray Francisco de la Asunción. (Google-Libros. Choronica de los
descalços de la Santísima Trinidad. Redentores de cautivos. Padre Fray Diego de
la Madre de Dios. Libro II. 2º Capítulo General, Cap. 21, pág. 341-351 )
DEL SEGUNDO CAPÍTULO GENERAL.
ELECCIÓN DEL MUY RELIGIOSO PADRE FRAY
FRANCISCO DE LA ASUNCIÓN EN VICARIO GENERAL.
DE SU SANTA Y EJEMPLAR VIDA. CAP XXI.
Año 1620
1.- Iuntos los Vocales en Toledo, Sábado
antes de la Dominica quarta después de Pascua, a diez y seis de Mayo, año de
mil y seiscientos y veinte, eligieron por Vicario General al muy Religioso
Padre Fray Francisco de la Asumpción, que la tarde antes del Capítulo avía
llegado de Roma, donde era Ministro y Procurador General de aquella Curia. De
lo qual se puede colegir, que poca parte tuvo en su elección; más tuvieronla su
santa vida, y la fragancia de sus virtudes, que atrabesando con presteza mar y
tierra, se adelantaron e informaron con verdad de sus aventajadas prendas, y
assí quando él llegó, ya estavan los Capitulares en hazerle Prelado Superior;
cosa que estrañó mucho, y no lo sintió menos. Procuró impedirlo; pero como era
disposición Divina, no valieron sus diligencias. En este capítulo se remitió al
Definitorio General, que muy de espacio, y con particular atención remirassen
las contituciones. Con toda esta advertencia, y desvelo se ha procedido en las
leyes que se han hecho.
Año 1623
2.- Sábado antes de la Dominica quarta
después de Pascua, a treze de mayo de mil seiscientos y veinte y tres años, se
celebró en Toledo Capítulo intermedio, y en él renunció el Vicario General el
oficio (acción que ya avía hecho en un Definitorio al principio del segundo año
de su sexsenio) renunció tan de veras, que no se contentó de suplicárselo a
todos los Capitulares juntos, sino que los habló en particular; solicitando los
votos para no ser Superior, con mayor eficacia, que el más ambicioso
pretendiente para serlo (no me admiro desto; avía sentido el peso; tocado de
cerca la dificultad y ponderando las obligaciones, como tan humilde temía poder
cumplir con ellas) no bastaron sus ruegos y persuasiones, para que admitiesen
la renunciación a un Varón tan perfecto y exemplar, y que tan a satisfación
avía governado.
El Padre
Frai Francisco de la Asumpción
3.- Nació este Venerable Padre en Villa-Rodrigo, Sierra de Segura,
Arçobispado de Toledo. Estudió en Baeza y de veinte y tres años acabó la
Theología. Quando su buen ingenio y lucimiento en los estudios le podían
desvanecer y dar ciertas esperanças de crecidos adelantamientos; cerrando los
ojos a la mentira, y vanidad, se resolvió a dexar el mundo, sus engañosas y
falsas promessas, y aparentes bienes, y acogerse al sagrado de la vida
religiosa; aunque con esta resolución; pero en quanto a que Religión aligiría,
no acabava de determinarse. Para salir de esta duda se hincó de rodillas
delante de una Imagen de nuestra Señora, pidiéndole favor para elegir.
Perseverando con humildad en su petición, oyó una voz, que tomase nuestro
hábito. Estimó por singular merced la respuesta, y luego lo puso en
execución; y el sugeto salió como embiado del cielo.
4.- Empeçó su camino por lo sólido y seguro;
por la oración y mortificación. En esta fue tan diligente, cuidadoso e
incansable, que poco antes que muriese, tratando las cosas de su alma con un
Religioso familiar suyo, le dixo de si aquellas palabras de San Pablo: Cum
autem placuitei, qui me segregavit ex utero matris mea, fanguini: Que desde
el día que avía dexado el mundo, le avía dexado, y no avía condecendido con sus
apetitos e inclinaciones, sino que siempre los avía reprimido y mortificado.
Era su desasimiento en todas las cosas extraordinario, y al mismo passo la
indiferencia; por estos medios alcançó gran pureza y candidez de alma, y una
paz libre de perturbaciones.
5.- Esta perfecta mortificación disponía su
espíritu para el trato interior con Dios, y facilitava este dificultoso y
utilíssimo exercicio; la continuación en él, de día y de noche, notable. Quando
llegava de camino al Convento, si la Comunidad estava en oración, que viniesse
cansado, mojado y tan elado que apenas se podía tener en pie, se iba derecho al
Coro. En acabando con las ocupaciones del oficio, no avía que buscarle en otra
parte.
6.- Siendo Vicario General, un Religioso
tenía que comunicar con él; buscóle tres o quatro tardes , y no le halló, la
última algo disgustado, preguntó a otro Religioso, si le avía visto, quexandose
de que aviéndole buscado tantas vezes, no lo avía podido hallar, el qual le
respondió, que estava en el Coro, y que allí le huviera hallado desde el primer
día; y no ay que estrañar su afecto a la oración, pues avía experimentado os
incomparables bienes que della se sacan para lo particular, y para governar con
acierto y con fruto. Adelantose tanto en esta virtud, que llegó a una desnudez
grande de espíritu; y conocíase su experiencia, en la expedición y facilidad
con que respondía a las más delicadas preguntas; explicando con claridad,
distinción y magisterio lo más dificultoso de la vida contemplativa.
7.- Procedió tan perfectamente desde sus
principios, que recién profeso, le embiaron los Superiores a la fundación de
Roma en compañía de los Padres Fray Gabriel de la Assumpción, Fray Iunípero de
San Francisco, y del Hermano Iuan de Santa Catalina, Varones insignes en
santidad. Era nuestro Fray Francisco muy humilde, puso cuidado en ocultar sus
exercicios espirituales, y el precioso tesoro de las gracias que Dios
comunicava a su alma. Ocupó los puestos mayores de la Religión con notable
repugnancia suya, publicando sus faltas, e imponiéndose con equivocación algunos
defectos, para impedir su elección. Fue Ministro y Procurador General de Roma,
Ministro de Sevilla, Provincial de la Provincia de la Transfiguración y Vicario
General, sin que estas Prelacías fuesen parte, ni le ocasionasen a que hiziese
mudança en las costumbres; conservándose en todo tiempo en su humildad.
8.- En estos oficios se via en él el
encogimiento, que en un Novicio; ibasele el alma tras las ocupaciones humildes;
labava su ropa, y muchas vezes la de los otros Religiosos. Limpiava los servicios
de los enfermos, hazíales las camas, barríales las celdas, ayudava con disimulo
al cocinero y refitolero, mandava que de ordinario le echasen en la tabla
oficio de humildad, y estimava tanto su exercicio, que cogía las basuras de
rodillas, no con pala, sino con las manos. Haziendo en Sevilla la Iglesia de
aquel Convento, siendo él Ministro, y en Valdepeñas unas tapias, siendo Provincial
de aquella Provincia, llevava las espuertas a los Religiosos, y era el primero
que esporteava; lo qual edificava a los seglares que le conocían, y cusava en
ellos un verdadero respeto, adquirido, no con gravedad, y autoridad vana (agena
de siervos de Christo) sino con menosprecio de sí. Quando llegava a las
posadas, tenía el estrivo a su Secretario para que se apease, disimulando esta
acción con diferentes escusas.
9.- Huyó quanto pudo las Prelacías, y
Disgnidades, alegando las razones que la humildad y menosprecio de la
estimación, y honra le enseñavan. Siendo Ministro y Procurador General de Roma,
tuvo tan grande opinión de virtud, y letras, que estuvo muy adelante hacerle Obispo
Paulo Quinto, y él lo impidió. En España uno de lso Ministros poderosos del
Rey, por la buenas partes que en él conocía, y por la fama de su santidad, le
significó avía de consultalle en los Obispados que se ofreciesen; pero nuestro
Fray Francisco trabajó hasta apartarle del intento; y visitando a este
personaje, por ser muy grave, y devoto de la Religión, sintió tanto el
verdadero humilde aquellas palabras, que nunca más quiso verle.
10.- Electo en los oficios, sin poder
impedirlo, los renunció muchas vezes, no de cumplimento, y por ceremonia, sino
de coraçón, y con veras, poniendo los medios posibles, para que le admitiesen
la renunciación. Que lexos estuvo de su pensamiento el desvanecerse con las
Prelacías. Hiziéronle Vicario General quando vino de Roma, y embiando a sus
hermanos unos Agnus con un Religioso que pasava cerca de su lugar, le advirtió,
y mandó, que si le preguntasen como después de tan larga ausencia no les iba a
ver, le escusase, con que quedava ocupado por obediencia, y de ninguna manera
dixese era Vicario General.
11.- Ya que no pudo escusar los oficios, no
se valió dellos para vivir licenciosamente y con relaxación; antes por ser
superior, vivía con mayor observancia, procurando regir y governar más con
exemplo, que con superioridad de Prelado. A la humildad juntó una estremada
pobreza. En esta materia (por ser de las principales de la vida reformada)
reparava en los átomos. Siendo Vicario General embió a sus deudos unas Medallas,
y les escrivió diesen al portador cinco reales que avían costado. Sus hábitos
de sayal grosero, viejos, cortos, y estrechos. El pañuelo de estameña, y muy
pequeño. No tuvo más de una túnica, y unos paños menores; el día que labava se
quedava con solo el hábito.
12.- En los puestos fue muy asistente y
atento a sus obligaciones; con ser tantas y tan grandes cumplió con ellas muy
exactamente. En las cosas penales, y de trabajo, el primero. En los exercicios
de Comunidad, y particulares, muy puntual; en muchas ocasiones (que como a
Varón perfecto se le ofrecieron) mostró su rara paciencia y mansedumbre. Era su
agrado sin interrupción con una alegría, que mirarle consolava. En la
compostura, y modestia parecía un Ángel. Conocíase en lo exterior su continua,
y profunda atención a Dios. Los ojos siempre en a tierra. Siendo Ministro de
Roma confesó algunos años una señora, y no la conocía sino por el habla. Aunque
Prelado no se descuidó en la guarda de la lengua, antes ponía en esto tanto
mayor cuidado, quanto por razón de su ocupación tenía más ocasión de hablar.
13.- Procurava que las pláticas fuesen
espirituales; aún en las recreaciones (a donde es permitido tratar de cosas
indiferentes) hazía lo mismo; pero con una suavidad, y prudencia, que no era
aquello molesto, sino de alivio y provecho. Huyó con estremo (si en esto le
puede aver en Religiosos Descalços) la comunicación de seglares. Muy urgente
avía de ser el negocio, que le obligase a tratar con ellos, y entonces con
gravedad humilde, con palabras edificativas, y con precisión; dando a todos
exemplo.
14.- Trató su cuerpo con rigor; acudía con
limitación a su necesidad; aún en día de purga reparava en comer carne,
contentándose con algún pez. Molestado de corrimientos a la garganta, y sangrado,
se pasava con huevos; hízosele en la pierna derecha una llaga; no pudo escusar
poner en ella calceta; era hibierno, y viéndole el enfermero muy flaco, le rogó
se pusiese también calceta en la otra pierna, más no pudo acabarlo con él;
diciendo, que allí no tenía llaga. Padecía fuertes dolores de estómago, y el
reparo principal de tan riguroso mal, era un ladrillo caliente.
15.- Toda la vigilancia, recato, pureza de
vida, exercicio de virtudes, mortificación y penitencia deste celestial Varón,
no bastaron para que el demonio se diese por vencido en materia de castidad, ni
dexase de molestarle con el vicio contrario. Siendo pues nuestro Fray Francisco
Ministro de Roma, una noche por Enero después de recogido, le acometió con con
extraordinaria furia. Empeçó a representarle muy vivamente cosas tan torpes, y
feas, que solo aquel sucísimo espíritu pudiera representar cosas semejantes,
con tal fuerça, que parece le arrebatavan potencias, y sentidos, y con tales
sentimientos que se abrasava.
16.- El siervo de Dios que siempre estava
sobre sí, advirtió luego en tan fuerte acometimiento. Sabía como diestro, y
experimentado en la milicia espiritual de quan grande importancia es la
presteza en procurar apagar este fuego infernal, y n descuidarse un instante en
las tentaciones sensuales, por ser tan pegajosas, y conformes a nuestro flaco,
y miserable natural. Viendo el bendito Padre la furia con que se empezava el
combate, como valeroso soldado de Christo, y tan cuiddoso del bien de su alma,
sin más detención, se levantó de la tarima; fuese a un estanque, que avía en el
jardín lleno de agua frigidísima; desnudose, y con singular fervor se arrojó en
él, y estuvo algún tiempo, mitigando quel incendio con la frialdad del agua.
Fue tan acepto a nuestro Señor este sacrificio, y agradó tanto esta fervorosa
acción a su Magestad (por cuyo amor se avía hecho) que no solo se le quitó la
tentación; pero nunca más en toda su vida tuvo aún ofrecimiento, ni movimiento
sensual, paga propia de la infinita liberalidad.
17.- En la nobilísima virtud de la caridad
tan necesaria, (particularmente para los que goviernan) resplandeció nuestro
Fray Francisco con eminencia; no buscava su descanso, y comodidad, sino el bien
de sus súbditos, sin perdonar trabajo por esta causa. En lo que pertenecía al
alma, y al cuerpo les hazía obras de verdadero Padre, amávalos tierna, y
eficazmente sin aceptación de personas; favorecía a los virtuosos, mostrávase
agradecido a los que trabajavan (que no es esto contrario a la igualdad, no
hacerlo sería cosa irracional) exercitava aquello que Christo esnseñó: Non
est opus valentibus medico, sed male ha bentibus; que los que necesitan de
médico son los enfermos, no los sanos.(Matheo 9)
18.- En conformidad desto consolava a los
tristes, animava a los tibios, y pusilánimes, ayudava a levantar a los que
avían faltado en la observancia Religiosa, y estimávalos a todos; procurando
por diferentes medios ganarlos para Dios (que es la principal obligación de los
Superiores, y lo dificultoso del oficio; y ruego a su Magestad, no sea de lo
que menos cuiden, y más olvidados estén) guiava sus ovejas como buen pastor por
la estrecha senda de la virtud, y como diestro Maestro les dava pastos
saludables, y proporcionados de doctrina. Alentávalos con fervor a la
perfección; buscado siempre con sinceridad, y sin atender a respectos humanos,
la mayor honra, y gloria de nuestro Señor, el aprovechamiento y consuelo de sus
súbditos, de lo qual depende el bien, y aumento de las Religiones.
19.- No entibió su encendido afecto el ser
otros de dictamen contrario, o que alguna Comunidad por parecerle convenir, no
hiziese lo que él gustava, o que los Difinidores no se conformasen con su
parecer, antes le fuesen a la mano en algunos asumptos. Por eso no tuvo
sentimiento, ni mostró disgusto, ni se valió del poder para mortificar a los
tales, ni se huvo con ellos de diferente manera que hasta allí, a título de
conveniente (título colorado de sentimientos) conservándose siempre apacible, y
en su paz; y conservando en paz a los demás ( excelencia grande de un Superior)
claro testimonio de su perfecta caridad, humilda, mortificación, y
desasimiento. Admirable exemplo para Prelados, dexar obrar libremente, con que
se evitan muchos, y graves inconvenientes, e inquietudes, y se asegura el
acierto en lo que se trata. Quando llegava a algún Convento, en tomando la
bendición del Santísimo Sacramento (y si estava la Comunidad en oración, en
saliendo della) si avía enfermos los visitava, recreavalos con su agradable
presencia, dulces, y amorosas palabras, y el tiempo que se detenía en aquella
Casa se introducía enfermero, y los servía aún en las cosas más inferiores.
20.- Estendíase también su piedad, y
misericordia a los estraños; siendo Provincial en un camino le pidió limosna un
mozo desarrapado, y sin camisa; no pudo el fuego de su caridad sufrir la
desnudez de su próximo, apartóse un poco, y quitándose la túnica, se la dio, y
con ella el afecto, y voluntad de remediar por entero su pobreza. Quando vino
de Roma a Capítulo, pasó en galeras, y admirado de lo que padecían los
forzados, se compadecía de sus trabajos. Con ser su comida muy limitada, s lo
quitava de la boca, por remediar la necesidad de alguno de aquellos miserables.
Un día de los que navegó llovió mucho, y corría viento muy fresco. Acertó a ver
en los bancos un viejo que estava temblando de frío, y llegándose a él se quitó
la capa, y le abrigó con ella; quando se la bolvió, estava cubierta de piojos;
alegrose desto el siervo de Christo, porque aquel pobre quedase libre de tan
molestos animalejos. Esta obra de caridad parece le pagó Dios caminando con
otro día muy riguroso. Hallóse en un páramo con su Secretario, el qual
descubriendo una pequeña Iglesia, se consoló, pareciéndole se podrían guarecer
del mal temporal; adelantose, y hallóla cerrada, y por diligencias que hizo, no
pudo abrirla; llegó después el bendito Padre, y sin dificultad la abrió.
21.- El que para todos era apacible, era con
sus deudos muy despegado. Nunca fue a su
tierra; mandoselo una vez el Vicario General siendo Ministro de Sevilla;
obedeció, fuese a una Ermita cerca de su pueblo, desde allí embió a llamar sus
hermanos, y los habló; y pareciéndole avía cumplido con la obediencia,
escusándose lo mejor que pudo, se partió a su Convento, sin que bastasen los
importunos ruegos de sus parientes a detenerle, y llevarle a sus casas.
22.- Dotole Dios de singular prudencia, templava
el zelo (que lo tuvo muy encendido de la observancia regular) con la compasión;
la superioridad, con la humildad, y blandura, haziendo con primor tan
dificultosas mezclas; de fuerte disfrazava la austeridad, que más parecía
suavidad, que rigor; exortava, persuadía, reprehendía con amor, con palabras
sencillas libres de pasión, y con eficacia (nacida de lo interior) y con un
espíritu, que lo reconocían los Religiosos en los efectos maravillosos que sus
platicas hazían en sus almas. Con esto, con las buenas obras que del recibían,
con el modo paternal que en su govierno experimentavan, y con la entera
satisfación de su bondad, les avía ganado las voluntades, y robado los coraçones,
(ardua conquista; pero muy necesaria para governar como se deve; más a que
hombre de razón no avían de obligar tales beneficios). Amavanle, temianle,
respetavanle, y pudo acabar con muchos, lo que parecía imposible. Que diré
deste insigne Varón?. Que superior, e inferior fue vivo, y escogido dechado de
Prelados, y súbditos, y su proceder tan perfecto, que en Italia, y en España;
en vida, y después de muerto, mereció que Religiosos, y seglares le venerasen
por Santo. Siendo Provincial, su nombre era el Santo Provincial, y hasta oy le
dura tan glorioso renombre.
23.- Alcançó tan grande superioridad sobre
los espíritus malignos que le llamavan açote de demonios. Echolos de diferentes
personas, y llegaron a temerle de manera, que en Roma llevándole una donzella
endemoniada, quando llegó cerca de nuestro Convento, empeçó el demonio a dezir,
antes me iré, que parecer delante de aquel Frayle, y aviendo hecho algunos
estremos, dexó libre la muger. En España, estando en su presencia un hombre que
padecía este trabajo, el dragón infernal bramava, dava vozes, y se quexava: Que
nos quieres Francisquillo, no basta avernos perseguido, y echado de Roma, sino
que aquí no quieres dexarnos?.
24.- Aviendose exercitado con eminencia en
las virtudes; y corrido su carrera felicísimamente, como resplandeciente Sol, y
no con las mudanças de crecientes, y menguantes de Luna, viviendo con tanta
perfección y exemplo; a los quarenta y ocho años de su edad, y el último de su
Provincialato, quiso Dios fuese el último de su peregrinación. Avía sido su
vida perfecta, y así su muerte fue de Santo. Un mes antes (según dixo a su
Confesor) le favoreció su Magestad, con darle un desasimiento extraordinario de
lo criado. Enfermó en Valdepeñas, exercitó en la enfermedad lo que en salud avía
exercitado; exortando a amar, y servir aquella infinita bondad con el espíritu
que siempre.
25.- Todos los días le dezían Misa en la
celda, y comulgava, y aunque la calentura era ardiente, y la sed insufrible, la
padecía con singular gusto; por recibir aquel pan de Ángeles; hazía continuos,
y fervorosos actos de amor de Dios; refería muchos lugares de Escritura, que le
encendiesen más la voluntad en orden a su Criador. No se contentava con esto,
sino que si se cantava alguna hora, mandava abril las puertas del Coro, y de la
enfermería, para poderlo oír, y cantava algunos versos con notable suavidad.
26.- Tres días antes de su dichoso tráfico
le comunicó nuestro Señor (por principio de premio, y por prendas de la gloria
que le avía de dar) una esperança muy firme de aquella suma felicidad, y
bienaventurança. Siglos le parecían los instantes, lo que se difería lo que tan
firmemente esperava; y puestos los ojos en el cielo se quexava amorosamente a
su Magestad de tan penosa dilación. Ea esposo dulcísimo del alma, apartad ya
los montes, y sierras que median, y descubrid vuestra presencia, que tan
eficaz, y afectuosamente deseo; deshazed este muro, que impide el verme con
vos; qué aguardáis bien mio?. Dezía estas cosas con tanto fervor, que
enterneciera un diamante.
27.- Recibió el Viático con encendido
afecto, y profunda humildad; renovó los votos; y conociendo se acercava su
deseado fin, empeçó a invocar la Santísima Trinidad (avía sido muy devoto deste
inefable misterio) a nuestra Señora, a Santa Inés, a Santa Catalina, y a San
Francisco, y con mucha ternura hablava con ellos, y del modo de conversar con
estos Santos, se colegía estavan presentes. Quedose un rato suspenso;
incorporose después en la cama con alguna aceleración, y hablando con los
demonios con aliento, y rostro severo les dezía: Miserables tantas vezes
vencidos, qué queréis aquí?. Luego mostró el semblante apacible, y alegre;
y como quien via alguna cosa a quien se devía reverencia, significava con las
acciones quererse hincar de rodillas, y dixo; Inés, y vos también?. Esto
era a las dos de la tarde, y aviendo estado casi tres horas con gran sosiego, y
quietud, cantó la Comunidad el Credo, ayudando el enfermo con voz sumisa; y el
Credo, y su destierro se acabaron a las cinco, quando tocavan a la Oración, y
aquella bendita alma fue a tenerla al cielo; comutando la fee en vista clara de
Dios. Dexó a sus hijos muy llorosos, y a toda la Religión con notable
sentimiento, por la pérdida de tal Padre. Murió
a últimos de Enero de mil seiscientos y treinta y dos años. (31-01-1632)
28.- Quedó su rostro hermoso, y el cuerpo
tratable, del qual salía un suave olor; y si bien su muerte causó tanto
sentimiento a los Religiosos; pero no temor, antes consuelo espiritual. Luego
que se supo, acudió todo el pueblo con singular devoción, aclamándole por
Santo. Besávanle los pies; tocavan a él Rosarios, teniéndose por dichosos los
que podían alcançar alguna cosa del siervo de Dios, estimándolo por reliquia.
Pasados siete años abriendo la sepultura hallaron su cuerpo entero, y le
pusieron en la bóveda. Ha honrado la Santísima
Trinidad el Convento de Valdepeñas (como el primero de la Reforma) con los
cuerpos de Varones insignes, particularmente con los de dos Franciscos, ambos
Provinciales, y Santos, con el del Padre Fray Francisco de Santa Ana, (cuya
vida queda escrita en el capítulo quarenta y quatro del libro primero) y con el
de nuestro Fray Francisco de la Asumpción.
29.- Este Vicario General dio principio a
fundar en la Corona de Aragón, con la fundación de Zaragoça, que le costó mucho
trabajo, y no pequeñas mortificaciones. Está enriquecida esta Casa con una
Imagen de Christo crucificado, sobre manera devoto, y la devoción de aquella
ciudad. Y con los cuerpos de San Dionisio y San Pablo Mártires.
30.- En el mismo tiempo queriendo empezar a
poner en execución nuestro principal Instituto de Redemptores (que por estar la
Descalcez muy en sus principios, no se avía podido hasta entonces) se opusieron
con todas sus fuerzas, y poder nuestros Padres Calçados, y los Padres Mercenarios,
pretendiendo impedir que redimiésemos; y que aún no se nos permitiese lo que a
Conventos de otras Religiones, que redimen, solo por averles dexado algunas
memorias para este efecto; pero como estos Padres no tenían justicia, ni razón,
apretando la dificultad lo posible, el Consejo Real en lo principal sentenció a
favor nuestro; aunque con algunas limitaciones en lo accesorio, que en
diferentes ocasiones ha moderado, como adelante se verá.
31.- Dispusose inmediatamente la primera
Redempción. Intentose en Argel, y no pudiendo efectuarse en aquella ciudad, se
hizo en Tetuán de cinquenta y dos cautivos, año de mil y seiscientos y veinte y
cinco. Fueron Redemptores los muy Religiosos Padres Fray Gabriel de la
Asumpción, inmediato Vicario General antes, y después (de quien se tratará en
el capítulo quarto del libro tercero) y Fray Sebastián de la Madre de Dios, que
avía sido Ministro de Roma, y de Madrid, y Difinidor General (de cuyas virtudes
se dirán en el capítulo treinta y ocho del mismo libro). En tiempo deste
Vicario General florecieron en la Reforma hombres eminentes en virtud, y
santidad.
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