1.811.- Provincia Marítima de Segura. V.-Especies de árboles. (B.N. Expediente sobre el régimen y administración de los montes de Segura de la Sierra y de su Provincia y memoria sobre el propio asunto. Martín Fernández de Navarrete. Madrid. Imprenta de D. Miguel de Burgos. 1.825)
Al mismo tiempo había ordenado el Señor ministro de Marina al archivero de su ministerio Don Juan Sans y de Barutell, reconociese el archivo de su cargo, y que previo un examen detenido de los expedientes que existiesen relativos a los montes de Segura, hiciese una exposición metódica de cuanto fuese oportuno y conducente a ilustrar una materia tan importante. En desempeño de este encargo presentó Don Juan Sans la siguiente
MEMORIA
SOBRE la situación geográfica y extensión de la provincia de Segura de la Sierra, con los pueblos y ríos que comprende, y utilidad, gobierno y administración de sus montes, según resulta de documentos originales existentes en el archivo del Ministerio de Marina
CAPITULO V
Especies de árboles que se crían en la provincia de Segura, y modo de fomentarlos.
100 Los árboles que se crían en los montes de esta provincia son pinos, robles, álamos negros y blancos, sabinas, acebos, almeces, maguillos, servales silvestres, agracejos, fresnos, lamotejas, nogales y otros frutales; pero los que mas abundan son los pinos, robles y encinas.
101 Se hallan además en las malezas de aquellos montes otros muchos árboles y arbustos de menos corpulencia, pero de excelente calidad, y muy a propósito para ataraceas y remates, como son tejos, durillos, bojes, perpejones, barbarijas, madroños, espinos, avellanos, enebros y acebos.
102 La producción de las árboles mencionados no es general o semejante en todos los montes, porque los hay donde no existe un pino, y todos los árboles son encinas, en otros es rara la encina y todos son pinos, y aun se ha observado que en los parajes donde se crían pinos son casi todos de una misma especie; y así en los bosques donde los hay salgareños apenas se encuentran rodenos y carrascos, y donde se cría carrascos no se hallan rodenos, y lo mismo los donceles.
103 Cuatro, pues, son las especies de pinos que se conocen en dichos montes, a saber, salgareños o blancos, rodenos o negrales, carrascos y donceles. Estos últimos son los que dan piñones que se comen, a los cuales llaman en el departamento de Cádiz pinos de la tierra. Produce unos y otros la naturaleza con tanta abundancia, que no se necesita la siembra, plantación y trasplante que prescribe la ordenanza desde el art. 7 hasta el 14.
104 Las piñas de las tres primeras especies, esto es, de los salgareños, rodenos y carrascos, permanecen en los árboles hasta que llegado el estío se van abriendo poco a poco con el calor del sol, y desprendiéndose después los piñones caen en el suelo, y a veces a larga distancia arrojados por los vientos. Es verdad que las de los donceles se cogen y venden su fruto; pero a pesar de esto quedan siempre en ellos un número suficiente para que abriéndose asimismo en verano siga poblado el monte con nuevas pimpolladas. Es esta semilla tan propensa a fermentar y arraigar, que no es menester envolverla en le tierra; y así es, que a las primeras aguas del otoño empiezan los piñones a convertirse en arbolitos. De este modo se hace por la sola naturaleza la producción sin la mano del hombre.
105 Entre todos son los salgareños los pinos de mejor calidad, y cuyas maderas se envían a los arsenales. Se crían en lo mas áspero y tierras mas inútiles, y aun en los riscos y sobre las piedras; se hacen muy altos, pues los hay que llegan a 40 varas, y su madera es dura, vetiderecha, de larga duración, de mucha correa o cimbro, y muy a propósito para tablonage; pero la parte blanca a que se llama albura, que es la que circunda el corazón del árbol, es muy expuesta a samugo. Los rodenos o negrales se hacen también muy altos, aunque no tanto como los salgareños; son exentos de samugo y buenos para piezas enterizas o corpulentas, pues fácilmente se tuercen, y la mayor parte de ellos tienen vuelta natural de varias figuras. Los carrascos no crecen tanto, pero su madera es muy durable, bien que bronca. Los donceles o pinos de tierra no crecen a grande altura, mas engruesan mucho, y tal vez se harían muy altos si se limpiasen cuando pequeños de las muchas ramas de que abundan.
106 La limpia ó desrame no se practica en aquella provincia en ninguna clase de pinos: y en efecto, ni los salgáronos ni los rodenos ls necesitan, pues es tan próvida en ellos la naturaleza, que por sí mismos se despojan de las ramas que les impiden crecer y engrosarse; pero acaso seria muy conveniente esta operación en los carrascos y donceles cuando tienen de 6 a 8 pulgadas de grueso, reduciéndola a cortarles en las menguantes de la luna desde octubre a febrero todas las ramas del tronco, de la superficie de la tierra hasta una vara poco más o menos, según fuere la altura del pino. Así se hacen en los pinares de Andalucía y otras partes.
107 También es mucha en aquellos montes la abundancia de encinas y robles; y de éstos es mucho mayor el número de los llamados quejigos que el de los malojos o borneses. La madera de estos árboles es de mucha duración; pero fácilmente se ahuecan y envejecen, sin duda porque no se les da el fomento y cultivo que requieren, y porque los ganaderos al ramonear para sus ganados cortan las ramas sin método ni reglas, a pesar de las prohibiciones y vigilancia de los guardas.
108 La producción de robles y encinas es muy diversa de la de pinos, y se verifica de dos maneras. La primera, consiste en que sazonadas en octubre las bellotas unas caen y otros se varean o derriban para el ganado de cerda; y como esta especie de animales hoza mucho, se entierran las bellotas en las hozaduras o se envuelven en la tierra levantada, y a beneficio de las humedades del invierno y primavera nacen en esta con mucha fuerza. Consiste la segunda en los retoños o vástagos nuevos que salen de las raíces de los árboles cortados, formándose tantos, que si no se acude a entresacarlos, en pocos años se desmedran, envejecen e inutilizan.
109 Estas dos especies de árboles agradecen mucho la limpia y escarda, mas deben hacerse en ellos de muy diferente modo que en los pinos. En éstos no hay mas regla que cortar las ramas del tronco hasta cerca de la. cogollera o cima: no así en los robles o encinas en los que tiene que darse figura a sus ramas, dejar las mas convenientes, y entresacar de sus senos las perjudiciales, y aun las menos útiles. De este modo se hacen corpulentos así los troncos como las ramas, se forman piezas útiles para la construcción, sirven al crecido número que se necesita para la construcción, sirven al crecido número que se necesita para las carreterías y labores, y rinden copioso fruto para el mantenimiento del ganado de cerda. A mas de esto, de los despojos que resultan de las entresacas, podas y escardas se aprovechan fustas para carreterías y labores, leña. muy útil para fogares y carbón, y sustento para ganados cabrío y vacuno en tiempos de muchas nieves, que en aquel país son muy frecuentes en los inviernos.
110 No tiene duda que las entresacas, limpias y escardas de estos árboles, atendida la abundancia que hay de ellos, sería operación dilatada y muy costosa; pero tampoco la tiene que podría verificarse costeándola en unas partes los caudales de propios de los pueblos, dueños o usufructuarios de las dehesas en que se crían, en otras los dueños particulares de las fincas, y en otras los fondos destinados a este objeto por el artículo 25 de la ordenanza.
111 El clareo y entresacas son innecesarios en los pinares, por considerarse equivalente a ellos el consumo que de todos tamaños se hace para la corta de Marina y Negociado, nicheros y ganchos para navegación de las pinadas, amparos para carriles, construcción de carretas, narrias, palancas, mazos y otras cosas indispensables para el carreteo y arrastre: a cuyo consumo debe agregarse el que anualmente se hace para que los carreteros conductores de las maderas del Rey verifiquen los viajes que se les permite hacer a la Mancha y Andalucía; y para las obras y usos precisos de los particulares de los pueblos de aquella provincia, y aun de las poblaciones de Sierra Morena.
112 Los fresnos, álamos negros y blancos, sabinas y demás árboles mencionados en el párrafo 101 también necesitan de limpia y escarda para fomentarlos y adelantarlos, y sin este auxilio se envejecen y arruinan. De todos ellos es escaso su numero, a excepción de fresnos, de que hay una regular abundancia; y seria utilísimo hacer copiosas plantaciones, en especial de álamos, por haber muchos sitios proporcionados y con suficientes aguas; debiendo verificarse en tal caso este plantío de pie, o chupones que se producen de otras y en almácigas muy espesas.
113 En cuanto a los arbustos es infructuosa y aun impracticable la escarda y limpia, porque se crían siempre en montes y malezas impenetrables; y así es mejor dejar su producción y fomento a discreción de la naturaleza: sin embargo los avellanos, de que abundan mucho aquellos montes, merecen alguna consideración, y convendría mucho podarlos, cultivarlos, y precaverlos de los ramoneos y cortas de sus varas para extraerlas clandestinamente a otras provincias, a fin de que pudiesen servir para vicheros en la conducción de pinadas, con lo que se evitaría el crecido consumo anual de pimpollos salgareños que se cortan para aquel objeto.
114 Ni las limpias, entresacas y escardas, ni los plantíos y trasplantes, ni cuanto se ha discurrido en beneficio de los arbolados, producirán jamás los deseados efectos de la conservación y aumento de aquellos montes si no se expiden providencias enérgicas e irresistibles para que la ordenanza y resoluciones posteriores dictadas para su gobierno tengan el debido cumplimiento, y se corten de raíz los excesos y desórdenes. Para conseguir este utilísimo fin creo seria muy conducente mandar: 1º que los intendentes de marina continúen ejerciendo la jurisdicción de aquellos montes con arreglo a ordenanza, cuidado de su conservación y aumento, según las precauciones contenidas en ella y en las demás providencias tomadas por don José Gutiérrez de Rubalcava en tiempo que la tuvo a su cargo; no permitiendo que las justicias ordinarias se introduzcan por ningún caso en nada de cuanto pertenezca al cuidado y conservación de dichos montes: 2º que el arbitrio de Guadarmena se administre por el intendente de Sevilla, a quien está reunida la superintendencia del Negociado desde que falleció Don Francisco de Bruna (que fue en 1.807) con entera independencia de los pueblos, invirtiendo su rendimiento en pago de sueldos de los guardas-celadores nombrados por el mismo intendente, y en los demás fines de su concesión: 3º que por ningún caso se permita sembrar ni pastar los terrenos incendiados y talados para quitar a los dañadores toda esperanza de sacar utilidad de sus delitos: 4° que se castigue con la mayor severidad los rompimientos de las tierras de los montes: 5º que igualmente se prohíba el rompimiento de aquellas que por los que se suponen dueños de ellas se hayan dejado poblar de monte sin que primero justifiquen la propiedad, todo conforme se previno en real orden de 28 de mayo de 1.764.
115 También sería muy del caso encargar al que ejerza la jurisdicción de montes en Segura (llámese ministro o juez de montes, o como se tenga por conveniente) y a sus subdelegados procedan con mucha circunspección en las licencias para ramoneos, no permitiéndolo de modo alguno, sino cuando haya absoluta falta de pastos, o por causa de las nieves no puedan comerlos los ganados, celando con particular atención en estos casos se ejecuten en regla sin cortar las mejores ramas ni desgajarlas con notable perjuicio, y acaso ruina total de los árboles.