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sábado, 9 de marzo de 2013

1.811.- Provincia marítima. VI.- Cortas y conducciones de madera.



1.811.- Provincia Marítima de Segura. VI.-Cortas y conducciones de madera. (B.N. Expediente sobre el régimen y administración de los montes de Segura de la Sierra y de su Provincia y memoria sobre el propio asunto. Martín Fernández de Navarrete. Madrid. Imprenta de D. Miguel de Burgos. 1.825)

Al mismo tiempo había ordenado el Señor ministro de Marina al archivero de su ministerio Don Juan Sans y de Barutell, reconociese el archivo de su cargo, y que previo un examen detenido de los expedientes que existiesen relativos a los montes de Segura, hiciese una exposición metódica de cuanto fuese oportuno y conducente a ilustrar una materia tan importante. En desempeño de este encargo presentó Don Juan Sans la siguiente

MEMORIA
SOBRE la situación geográfica y extensión de la provincia de Segura de la Sierra, con los pueblos y ríos que comprende, y utilidad, gobierno y administración de sus montes, según resulta de documentos originales existentes en el archivo del Ministerio de Marina

CAPITULO  VI

Cortas y conducciones de madera.
116  Supuesta la alternativa por años entre el Real Negociado de Sevilla, y la Marina, para proceder a la corta el año que toca a ésta, se remite del departamento con anticipación al ministro el presupuesto que forma el ingeniero comandante de las maderas necesarias con expresión del número y dimensiones: el ministro luego que le recibe pasa una copia al delineador destinado en aquella provincia, a fin de que reconozca los montes y haga elección de los parajes que tengan arbolado capaz de rendir las piezas del presupuesto, y con arreglo a su informe se dispone la corta en los sitios elegidos, que regularmente son muchos, y comprenden bastante terreno por estar los pinos gruesos mezclados entre otros muchos menores, sirviendo a estos de beneficio la corta de aquellos.

117 Evacuada la diligencia se convoca el número de hacheros que se juzgan necesarios, y después a su tiempo se procede a la corta y labra bajo la dirección del delineador; en el supuesto de que derribado un árbol se pasa seguidamente a descortezarlo, pues de lo contrario se picaría de polilla y otros insectos con perjuicio de su madera. Esta operación de corta, descortezamiento y labra, en la época de 1.777 siendo ministro Don Juan Pichardo, se ejecutaba desde marzo en adelante; práctica que dice debe continuarse para que las siguientes operaciones no se alteren por tener que medirse con las estaciones sucesivas del tiempo; y añade, que si en dicha menguante no se hubiese hecho toda la corta, o posteriormente se pidiesen mas maderas, podrá ejecutarse en la de agosto, porque en ambas fases está como parada o sin circulación la savia de los árboles. El delineador asiste constantemente a este trabajo, tanto para delinear las piezas para que se labren conforme al presupuesto, y se saque de cada árbol la que puede rendir, como para evitar las cortas voluntarias, a cuyo fin se destinan además otros sujetos.

118 Cortados, descortezados y labrados los árboles se van entregando por los operarios al delineador con lista expresiva de sus menas, y quedan por el pronto en el monte descansando sobre dos palos que llaman gobenes, a fin de que dándoles libremente el sol y el aire echen fuera la resina, porque no purgándose de ella no se sostendrían sobre el agua; y por esta razón si llueve durante la labra es preciso suspenderla para evitar el pisarlos estando mojados, en cuyo caso para la destilación de dicha madera con daño del árbol.

119 Finalizada dicha labor, el delineador presenta las noticias del recibo de maderas por menor a los hacheros, formando a cada uno de ellos su pliego, con expresión del número de piezas que ha labrado y sus dimensiones, tijando a cada una de dichas piezas el cargo o cargos que le corresponden, y después se hace el pago a razón de lo que se tasa por cargo, poniendo los hacheros los correspondientes recibos que sirven de documentos de data, con nota a su continuación firmada del delineador.

120 Seguidamente se da principio al jorro de las maderas, que se reduce a arrastrarlas o tirarlas desde los sitios en que se labran, a donde no pueden ir las carretas, hasta los en que puedan entrar para conducirlas. El jorro o arrastre se hace regularmente con los bueyes de la carretería del Rey con algunos sirvientes mas, a quienes se paga los jornales que devengan.

121 Puestas las maderas en disposición que puedan los carreteros cargarlas en sus carretas, empieza la conducción a las márgenes del Guadalimar de las destinadas al arsenal de la Carraca, que regularmente dura desde julio hasta octubre. Para esta faena se acopian las carretas de los pueblos mas próximos a la sierra, y suelen emplearse de 750 a 800 pares de bueyes abonándose lo correspondiente por codo y cargo en legua de distancia.

122 Luego que se acaba la conducción, se miden y reciben de nuevo las maderas y se forman a los carreteros iguales pliegos que a los hacheros, con expresión de las piezas y sus menas reducidas a cargos. Fijado el número de cargos que cada uno ha conducido, se reglan los precios según costumbre atendida la distancia, y pagados los carreteros ponen sus recibos en el pliego respectivo con la nota firmada del delineador a continuación.

123 Para el mejor orden y gobierno entre los carreteros y para evitar alborotos, riñas e incendios que podrían acaecer por descuido de no apagar las lumbres, se destinan personas de toda confianza y entereza, las que deben cuidar al mismo tiempo no cesen los trabajos de la conducción; bien entendido que las operaciones concernientes a ella se dirigen por los dueños de las carreterías.

124 El gremio de carreteros es tan útil al servicio de S.M., que sin ellos no podrían enviarse pinadas a los arsenales, y por esta razón se mandó en la citada real orden  de 28 de mayo de 1.764 procurasen los intendentes de marina fomentar las carreterías conservándoles en sus privilegios. Con este fin se les concedieron los viajes francos a la Mancha y Andalucía todos los años con cargamento de maderas menores como no fuesen salgareñas, privilegio que conservan todavía y contribuye mucho a su fomento, pues les proporciona un comercio muy ventajoso con los pueblos mas inmediatos de dichas provincias a quienes surten de maderas, y con los de su mismo país vendiéndoles el vino y aceite que traen de retorno, de cuyos géneros tienen mucha escasez.



125 Permanecen las maderas orilladas en el Guadalimar hasta noviembre o diciembre, que es cuando por razón de las lluvias suelen tomar agua suficiente, y entonces se bota al río la pinada y empieza su navegación. Esta se dirige por una comisión compuesta de un comisario director, un interventor, un capellán y de 250 a 300 jornaleros que encaminan las piezas por el río hasta que se une con el Guadalquivir, y entonces teniendo ya agua bastante hacen sus balsas que continúan dirigiendo a Sevilla, en donde se hace la entrega correspondiente. Los individuos que componen la comisión son mantenidos por la real hacienda, y se les señalan con este respecto los jornales. Para su subsistencia camina un hato de cabras por la orilla del río, y de trecho en trecho se hacen en los pueblos del tránsito las convenientes provisiones de trigo, vino, cebada y demás víveres. Camina asimismo una carretería de 25 a 30 pares de bueyes, en que se llevan los útiles, parte de víveres y demás necesario al surtido de la comisión.

126 Concluida la navegación de la pinada, y hecha en Sevilla la entrega formal de sus maderas, se restituye la comisión a Segura con todos los dependientes, donde rinde el director al ministro cuenta puntual de todos los gastos que ha ocasionado.

127 La conducción por el río Segura de las maderas para el departamento de Cartagena ofrece mayores dificultades. El asentista Don Francisco Vila las experimentó muy grandes en 1.765, en que por contrato transportó a aquel arsenal todas las que sirvieron para las naves de arboladura: solo para superar las de un paso que llaman la Toba, término de la villa de Segura, gastó cuatro meses de tiempo, y después de tanta demora y crecidísimos gastos y trabajos, habiendo llegado la pinada al puesto de los Almadenes de Calasparra, que es un estrecho de tres cuartos de legua, por donde corre el río entre dos sierras bastante elevadas, no atreviéndose a introducirla en él tuvo que echarla en tierra y llevarla en carreteríos  a su destino.

128 A causa de los muchos obstáculos y dificultades de dicha navegación, las maderas que se cortaron por los años 1.777, 1.778 y 1.779 para aquel departamento, hubieron de conducirse en carruajes por la carretera que costeó la Marina, y construyeron los ingenieros Don Manuel de Bernia, Don Manuel Travesí y Don Tomás Liokg, que pasa por las Casas de Carrasco hasta la Puebla de Don Fadrique; y aunque se abrió después  el Segura desembarazándolo de muchos estorbos, y se dirigieron por él algunas pinadas, que desembarcaron antes de llegar a la ciudad de Murcia por razón de los puentes, molinos, azudes y acequias de riego que impedían su curso, se mandó cesar en las remesas por agua, prueba evidente de que no resultaron ventajas de tales conducciones.

129 El ingeniero extraordinario Don José Mor de Fuentes, con el laudable fin de precaver el daño que padece toda madera que se transporta por agua dulce y disminuir el enorme costo que tiene, propuso a la junta del departamento de Cartagena por medio de su comandante Don Tomás Briant abrir un carril de dos leguas de largo desde Hornillo hasta Toba, y conducirla de allí por el campo de Lorca y Cuevas a Águilas o Mazarrón, donde embarcándolas en urcas del Rey o buques de particulares podría llevarse a la Carraca, asegurando que solo tendría de costo cada pie cúbico (Pie dice el documento de donde se ha sacado esta noticia; pero no puede haber duda en que debe decir codo) como unos 45 reales, siendo así que transportada por el Guadalquivir sale a 100 reales por codo.

130 En cuanto a la conducción a Cartagena, decía, que si se tratase de restablecer la comisión de cortas para aquel arsenal podría servir el mismo carril, aunque realmente sería acertado abrir otro de poco mas de una legua que saliese al término de la villa de Nerpio, y que solo ascendería a 40 reales el codo puesto en Cartagena. La junta en sesión de 22 de enero de 1.794 habiendo examinado atentamente la propuesta y visto que de verificarse lograría el real erario considerables ventajas, creyó muy propio de su obligación hacerlo presente a S.M., para cuyo fin en 24 del mismo mes remitió el presidente el acuerdo a la vía reservada de Marina.

131 Enterado el Rey de la propuesta y del apoyo que merecía a la junta, resolvió, pasase el ingeniero director Don Miguel de la Puente a examinar por si mismo el proyecto, y que de resultas informase con remisión de planos lo que creyese conveniente al servicio, y mandó expedir la correspondiente orden al director general de la armada Marques de Casa-Tilly en 14 de febrero del expresado año de 1.794. El ingeniero director desempeñó la comisión con el esmero propio de un celoso servidor de S.M., y con la prontitud que le permitieron sus males; y en el informe que dio en 18 de noviembre siguiente a su regreso el departamento demostró con evidencia que aun cuando se resolviese conducir al puerto de Águilas la madera que se destinase a la Carraca para examinar si la abundancia de sámago que padece es realmente hija del contacto repetido del pino con las aguas del Guadalquivir, no convendría sin embargo abrir el carril de Hornillos y la Toba proyectado por Mor de Fuentes, sino rehabilitar el que construyeron los tres mencionados ingenieros desde las Casas de Carrasco a la Puebla de Don Fadrique, que son 8 leguas de distancia, y tomar después la ruta hasta Águilas, cuesta de Lorca, Casas de Doña Inés, Algüeces y Lorca, asegurando al mismo tiempo que el restablecimiento del camino podría costearse con 70 u 80 M reales, cuando el costo de abrir el otro sería exorbitante, y para romper la cuesta de Despierta-Caballos apenas bastarían uno y medio o dos millones. En vista de tan poderosas razones no tuvo el Rey a bien abrazar el proyecto, y así se dijo de su orden al director general de la Armada y al capitán general del departamento de Cartagena en 16 de enero de 1.795.

132 Mas feliz fue el que propuso el ingeniero en 2º Don Timoteo Roch, de transportar en gabarras o chalanas por el Guadalimar y Guadalquivir las maderas en cuya corta estaba entendiendo; aunque al principio no dejó de hallar una atinada oposición en el señor secretario del despacho de Marina Don Domingo Grandallana, fundada en la justa duda que tenía de la utilidad de dichos barcos en razón de lo sucio de los ríos y magnitud de las piezas que debían conducirse.

133 Este oficial fue nombrado por el Rey en 2 de noviembre de 1.804 para el reconocimiento de los montes de aquella provincia, de sus maderas, aplicaciones y usos en la construcción de buques y otros objetos del arsenal de la Carraca; y en 8 de enero de 1.805 con motivo de ciertas competencias con el ministro sobre que éste le entregase los monte, declaró el Rey que su comisión consistía en la parte facultativa: que estaba a su cargo el reconocimiento, señalamiento u corte de maderas; pero que no debía mezclarse en la economía o encargo de dicho ministro.

134 Sin embargo de la expresada real orden, continuó entendiendo en virtud de otra anterior de 21 de diciembre en el modo de acelerar el curso de una pinada que se hallaba detenida por algunos obstáculos que retardaban su navegación; pero como por una parte convenía mucho adelantar la corta para nueva pinada, y por otra extinguir el fuego de la discordia, que iba tomando demasiado cuerpo, se le ordenó suspendiese todo procedimiento sobre la referida conducción, y que para la de la siguiente manifestase cuanto juzgase útil.


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