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miércoles, 27 de julio de 2011

1.810.- Decretando la personación del escribano Benegas en Murcia.



1809-IX-7. Informe de la Intendencia provincial de Murcia de la comisión encargada a Pedro Fernández Martínez sobre averiguación de ciertos cohechos y fraudes a los caudales de propios de Villarrodrigo. (PARES A.H.N. Consejo y Tribunal Supremo de España e Indias. CONSEJOS, 12001, EXP. 68)

Copia nº 2 (1810-IX-7) Carta al Alcalde Ordinario de Villarrodrigo para que notifique al Escribano Don Manuel Martínez Venegas se presente en la Intendencia provincial de Murcia.





Con fecha de 18 de Julio último se comunicó a Vml. ordenándole por esta Intendencia para que hiciese saber por medio de Escribano a Don Manuel Martínez Venegas se presentase en esta Capital para comunicarle asunto del Real Servicio, en el concepto de que si no lo verificaba dentro del preciso término de 12 días se le exigiría la Multa de 200 Ducados, quedando Vml. responsable de por dirimirlo, otros fines particulares, no acreditaba haberle hecho la citada notificación.

Han pasado no solo los expresados 12 días, si también mas dello, y a esta hora, ni ha remitido Vml. el competente documento de la citada notificación, ni se ha presentado en esta Capital el referido Venegas por cuya culpable falta debería procederse a la exacción de los 200 Ducados de Multa contra el Venegas, y a lo demás que contra Vml. hubiese lugar, por aunque este me ha representado desde la villa de Hellín con fecha de 30 de Agosto próximo pasado que ya venía y por la aproximación del enemigo a esta Capital había suspendido su viaje; esto ha sido después de pasado mas de un mes del tiempo en que debió presentarse; bajo este supuesto prevengo a Vml. que sin la menor demora le haga saber nuevamente cumpla con lo mandado, pues de lo contrario irremisiblemente procederá a la citada exacción avisándome Vml. por de contado de haberle enterado de esta mi Resolución =

Dios guarde a Vml. muchos años. Murcia 7 de Septiembre de 1810 =
Sr. Alcalde Ordinario de la Villa de Villarrodrigo.


lunes, 18 de julio de 2011

1.486-1.542. Alfonso de Segura. Comentario de La Oratio



“EL HUMANISMO ARAGONÉS EN TIEMPO DEL REY CATÓLICO” (Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita, 12-13)
http://ifc.dpz.es/publicaciones/ebooks/id/259

Por María Dolores Cabré Montserrat
http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=253235&orden=81498


COMENTARIO DE LA ORATIO DE A. DE SEGURA

El discurso de A. de Segura ofrece fácil y ancho campo para investigar la erudición del autor. Con la ingenuidad del que no ha convertido en sustancia propia multitud de conocimientos que acaba de aprender, se nos manifiesta Segura como el alumno joven, expertísimo en latín, poseedor de todos los secretos de la lengua de Roma, con la cual, y por mandato de un profesor, realiza un ejercicio escrito de oratoria. Se trata de una obra juvenil, entusiasta por la cultura antigua adquirida bajo una dirección excelente y que adolece de falta de madurez por edad y formación.

Tiene la "Oratio" un lenguaje y una construcción de perfección ciceroniana y una pasión admirativa, cálida, por el personaje a quien alaba, tan fuerte, que resalta por su sinceridad a pesar de lo convencionales que son esta clase de discursos. El autor sitúa al arzobispo Alonso en un momento histórico y comprende su grandeza. Estos factores nombrados constituyen las grandes cualidades de la "Oratio". Junto a ellos unas fuentes, pocas, que revela con sencillez. El fondo de la obra es pobre, y, como consecuencia, para suplir la poca variedad de influencias y de argumento, Segura juega con el lenguaje haciendo piruetas y filigranas temerarias.

A pesar de la poca consistencia de la trama, ¡qué hermoso discurso es la "Oratio"! Hay en él momentos verdaderamente impresionantes que si nos parecen artificiales es por tener que estar encerrados dentro de los estrechos moldes de unas reglas y un modelo. En verdad que se respira la vida y la magnitud de unas empresas dirigidas por dos hombres de valía compenetrados estrechamente: Fernando el Católico y su hijo el arzobispo Alonso. Y todo el entusiasmo, expresado por unas frases atrevidas en construcción, por un exceso de hipérbole, por comparaciones audaces, que a veces nos hacen perder el hilo de un argumento que apenas existe; expresión flotante y espumosa que tiene un ritmo especial que acaricia el oído.

Don Alonso y su vida, siempre contemplados a través del padre, menos en el aspecto cultural, es, como hemos dicho, el punto central del discurso, para cuya construcción busca Segura modelos latinos que describan circunstancias de tiempo y acción parecidas a las de sus personajes. Hasta el siglo XVI, ya lo hemos comentado, se mueven los humanistas entre Cicerón y Virgilio. Entre los dos autores, y alguna que otra pequeña intromisión, también, clásica, se tejen los hilos de nuestro discurso.

De Cicerón, y sobre todo para construir el cañamazo de la "Oratio", coge Segura la obra juvenil de Tulio, Pro lege Manilia, destinada a hacer el panegírico de un político-militar, Pompeyo, hombre elegido para proseguir la guerra en el Ponto.

Como Cicerón hace en el exordio alusión a su juventud (véase pág. 69), "nam cum antea per aetatem non dum ujus auctoritatem loci contingere auderem; statue remque, nihil huc, nisi perfeetum ingenio elaboratum industria".

Después, como Tulio, divide su discurso en tres partes, de las cuales Segura sigue la dedicada a estudiar los antecedentes familiares y la vida militar de Pompeyo (véase pág. 69, líneas 27 y ss.): "Primum mihi videtur de genere belli, deinde de magnitudme, tum
de imperatore deligendo esse dicendum".

Sigue a su modelo en el paso de una parte a otra y en la exaltación de Pompeyo por sus dotes de mando como general, por su prudencia, virtud y diligencia.

Cuando se trata de exaltar la figura del arzobispo como amante y protector de las letras, sigue el Pro Archias, de cuya obra encontramos muestra en la página 70: "Si quid est in me ingenii, judices, quod sentio quam sentio quam sit exiguum".

En la página 77, líneas 40 y siguientes; en la página 72, líneas 31 y siguientes, y en las últimas páginas del discurso cuando coloca, como Cicerón, la eternidad de la fama alcanzada por las cosas del espíritu sobre el cultivo de las corporales.

Acusa también la influencia de la primera catilinaria (véase pág. 74, línea 8, y pág. 77, líneas 22 y ss.).

Se notan influencias del primer libro de la segunda guerra púnica de Tito Livio, sobre todo en lo que se refiere a las campañas de Scipión y Aníbal, tan dramáticas, y la lucha contra los galos en la parte catalana, que tanto impresionaban, con valor de actualidad, a los aragoneses del tiempo de Fernando el Católico y de su hijo. Como en Tito Livio, encontramos pequeñas descripciones de lugares incultos y salvajes, y alusiones a las luchas; a los nombres y acciones de Aníbal y Scipión, en la página 74, en la 76, en la 77, en la 78, línea 11, en la que se nos presenta a Hyeron de Siracusa, nombrado por Tito Livio. Los retratos físicos y morales de Fernando el Católico (véase pág. 71) y de su hijo Alonso (pág. 79, línea 43) acusan influencias del historiador paduano.

Segura leyó a Horacio, ligeras influencias del cual encontramos en el discurso. La oda XIII del libro IV, dedicada a Augusto, repercute en la labor pacificadora de Alonso, con la cual es posible el ocio fecundo y el cultivo de las letras y la exaltación de la raza y de la unidad de la patria. Estos conceptos suele repetirlos Horacio en la oda IV del libro IV. En la epístola XI del libro II, dedicada ad Bullatium. de los versos 7 y 8; 12 y 13 hay dispersas algunas palabras que leemos en la página 74, líneas 12 y 13. Horacio tiene: "Seis Levedus quid sit Gaviis desertior atque / Fidenis vicus: tamen illic vivere bellem / ...; neo qui frigis colligit furnos et balnea laudat". En la epístola primera a Augusto (libro II), al hablar del tiempo presente poco propicio, si el emperador no toma el asunto por sus manos, al desarrollo de las letras se expresa de manera parecida a la de Segura. El poeta latino exclama: "Mutavit mentem populus levis, et calet uno / scribendi studio...".

Si Cicerón es el fondo seco y la forma académica del discurso, lo que da a éste un aire de romanidad y de grandeza antigua es la atmósfera poética y religiosa de la Eneida.

Pensaba Segura en un padre y en un hijo prestigiosos; pensaba en las primeras bases políticas de grandiosidad y de dominio por todo el orbe, que se estaban asentando con el Rey Católico; pensaba en el estado sacerdotal de Alonso, que, según dice, se apartaba de los vicios con heroísmo y llevaba un destino sobrenatural, con una ascendencia divina, elegido como cabeza de una estirpe ilustre y dominadora. Todas esas ambiciones no podían encontrar más que un modelo, que era Eneas, piadoso y divino, que se arrodilla frecuentemente con las manos en alto para pedir ayuda celestial.

Hay detalles más concretos que son transcripciones claras de las obras de Virgilio. En la página 70 tenemos influencias del verso 57 del libro I de la Eneida. En la página 70 del verso 287 (canto I); en la página 76 del verso 881 (canto IV); la alusión al Ganges de la página 74 se halla en el verso 31 del canto IX; la generación divina de Alonso está ilustrada por el verso 322 del canto VI; la página 75 tiene los versos 151 y 152 del canto I; en la página 80 encontramos una alusión a la égloga IV.

EL ESTILO DE LA "ORATIO"
En cuanto al estilo, encontramos exceso de retoricismo. Abusa de los superlativos de tal manera que no duda al colocar un adjetivo escrito en grado máximo al lado de un adverbio que hace superlativo también. Justifica la hipérbole y lo desmesurado de las comparaciones diciendo: "Como suelen decir". Usa frecuentísimamente la inversión del relativo, que pone antes que el antecedente, colocando en la oración principal el demostrativo is, ea, id en sus diversas formas. Esta libertad que usan de cuando en cuando César y Cicerón, Segura se la permite siempre. Abusa también de la partícula ut, con la que empieza una oración que no sabe el autor mismo cómo acabará. Otra libertad que se permite es la de usar con frecuencia el relativo qui, quae, quod en sentido causal, poniendo, cosa ilícita, el verbo en indicativo.