1498-10-01 -Visita a los Partidos de Sierra
de Segura y Murcia. Visita a Benatae. (AHN. Guía de las OO.MM. Mss. Santiago. Sign. 1069 C pág. 160-174.
Archivo General de la Región de Murcia).
Visitación de Benatahe
/160/
En primero día
del mes de octubre de noventa y ocho años (01-10-1498),
los dichos visitadores fueron a visitar la villa de Benatahe, que es de la
Encomienda Mayor de Castilla; en el cual hicieron juntar a Juan Alonso y a
Diego Rodríguez, alcaldes, y Juan García y Diego Vázquez, regidores del dicho
lugar, a los cuales les fue notificado y leído el poder de sus altezas, y por
ellos fue obedecido con aquella reverencia que debían, y en cuanto al
cumplimiento dijeron que estaban prestos de cumplirlo en todo y por todo, según
que en dicho poder se contiene, testigos Martín Valero y Francisco Martínez y
Pedro Fernández, vecinos de la dicha villa.
Y porque no
había pregonero en la dicha villa, les fue notificado que si había algunas
personas que tengan quejo del comendador o de sus alcaides o mayordomos o
mamposteros, que lo vengan a denunciar ante ellos y que les harán cumplimiento
de justicia.
Asimismo les
mandaron los dichos visitadores que traigan copia de los caballeros cuantiosos
y de los vecinos que hay en la dicha villa, hasta mañana en todo el día, so
pena de la merced de sus altezas.
/161/
Otrosí, les fue
notificado al dicho Concejo, si había algunas personas que tengan algunas
heredades que hagan censo a la Orden, que vengan a mostrar los títulos que
tienen a ellos hasta mañana en todo el día, donde no, que los adjudicarían a la
Orden, testigos los dichos.
Y luego los
dichos regidores dijeron que los vecinos que hay en la dicha villa eran cien vecinos y que de estos hay
cuantiosos Juan Alonso, vecino del dicho lugar, y no más, lo cual juraron en
forma los dichos regidores, testigos los dichos.
Visitación de la iglesia
Y luego fueron
los dichos visitadores a visitar la iglesia de la dicha villa, la cual es de la
vocación de Santa María; la cual es de una nave sobre arcos de yeso y cubierta
de madera acepillada, y al cabo de ella tiene una tribuna buena sobre un pilar
de yeso, y tiene la dicha iglesia un altar mayor en el cual está la imagen de
Nuestra Señora de bulto bien ornada y el altar bien ataviado de su frontal y
manteles; junto con el dicho altar mayor está un sagrario bueno de yeso, con
buenas puertas con su cerradura.
Y luego el
dicho cura de Valdiacete se vistió una sobrepelliz y con aquella reverencia y
acatamiento que debía, visitó el Santo Sacramento del Corpus Cristi, el cual
halló en el dicho sagrario, en un cofre pintado de madera, con su llave y
dentro de él una custodia de plata con una cruceta de plata encima, y dentro de
ella el Santo Sacramento muy honesta y decentemente; fue preguntado Juan Gómez,
clérigo, cuento había que lo había renovado, dijo que puede haber ocho días.
Encima del dicho altar está una ara encajada nueva con unos corporales de
lienzo de lino basto encima limpios.
Y luego visitó
el olio de la crisma y el olio infirmorum, el cual halló dentro en el dicho sagrario
en tres ampollas de vidrio, envueltas en un /162/ paño de lienzo y tapadas con
cera a buen recaudo.
Bajo del
sagrario, a mano derecha, está una capilla nueva de la vocación de San Ginés
que es de los herederos de Gil Rodríguez, en que está la imagen de Nuestra
Señora de la Piedad; la cual hallaron que no estaba dotada, mandaron los
visitadores a Juan Alonso que haga dotar a la dicha capilla, donde no, que
harán en ello lo que vieren que cumple al pro y bien de la dicha iglesia.
Y luego visitó
la pila del bautismo el dicho cura, en la cual halló agua bendecida para
bautizar; le mandó el dicho cura al dicho Juan Gómez que la consuma y que cada
vez que hubiere de bautizar, bendiga el agua y después la consuma, en virtud de
obediencia.
Y luego
hicieron inventario de los bienes de la iglesia en la forma siguiente:
Plata
Una cruz de
plata grande esmaltada con un crucifijo dorado que podrá pesar ocho marcos.
Otra cruz de
plata pequeña con un crucifijo dorado que podía pesar cuatro onzas. Un cáliz de
plata con su patena que podía pesar dos marcos. Otro cáliz pequeño para
comulgar que podía pesar dos onzas. Una custodia en que está el Corpus Cristi
que puede pesar un marco poco más o menos.
Ornamentos
Un vestimento
de zarzahán con todo su aparejo.
Un vestimento
de lienzo negro con su alba y estola y manípulo.
Una capa de
raso morado con su cenefa y capilla buena nueva.
Una casulla de
raso morado con su cenefa buena nueva. Una manga de cruz de terciopelo negro,
buena, nueva, bordada de oro. Un almaizar colorado bueno.
/163/
Otra camisa de
lino buena. Una saya morada buena, nueva. Otra casulla y otra alba con su
recabado. Dos pares de tobajas. Dos palias labradas. Una casulla de lienzo
blanca con su recabado, con una cruz cárdena. Una capa de zarzahán raída. Dos
sobrepellices de lienzo. Dos frontales de lienzo pintados. Un frontal de
guadamecí nuevo. Cinco pares de manteles para los altares. Una sábana de lino
con orillas coloradas. Una cortina morisca de seda. Una cortina de lienzo
grande con unos escaques de colores. Una saya colorada buena. Otras dos sayas,
una prieta y otra azul. Un almaizar viejo. Un pedazo de zarzahán. Una sábana de
lienzo vieja. Dos albas de lienzo. Una arquena (¿) de estambre con orillas
coloradas. Un manto de paño negro, labrado el cabezón. Un paramento pintado de
figuras. Otro paramento pintado. Un “velum templi” pintado con una cruz de
lienzo. Una camisa de lino nueva, labrada de seda negra tres tandas (¿). Otras
cosas de menudencias y de capital menor.
Libros
Un misto de
molde toledano encuadernado. Un misal dominical de quinta regla. Un misal misto
viejo de una regla. Otro libro de misas votivas. Un breviario de pergamino
viejo. Unas cinquistorias de quinta regla. Otro breviario de molde. Dos
salterios viejos. Otro dominical viejo de una regla. Un libro pequeño de
quiries y santos. Un bautisterio pequeño. Un cuaderno de Corpus Cristi que está
encuadernado con las cinquistorias. Un santoral de una regla de lectura.
Campanas
Dos campanas en
el campanario. Una campanilla pequeña. Una rueda de doce campanillas. Una cruz
de latón. Unas ampollas de estaño nuevas, otras viejas. Varios hierros para
hacer hostias.
/164/
Un acetre. Dos
lámparas de latón. Un cofre. Un arca para los ornamentos. Un alhamar viejo,
otro mediado. Un cirio pascual.
Posesiones de la iglesia
Tiene la dicha
iglesia veinte y cinco pies de olivas en diversas partes en el término de la
dicha villa, las labra el mayordomo para aceite a la lámpara.
Se tomó la
cuenta al mayordomo que se llama Pedro Ferrández Lorenzo, de lo que tenía
recibido y gastado por la dicha iglesia en esta manera:
Montó el cargo
de los maravedíes que recibió, según que está en su libro por menudo después
que es mayordomo hasta este dicho día, mil y setecientos y sesenta y nueve
maravedíes. I U DCCLX IX (1.769.-).
Montó el gasto
que tenía hecho hasta el dicho día según que lo dio por escrito por menudo,
seiscientos y cincuenta y cuatro. DCLIIII (654.-).
Descontados de
los maravedíes del dicho cargo queda debiendo el dicho Pedro Ferrández a la
dicha iglesia, mil ciento y quince maravedíes. I U CXV (1.115.-).
En los cuales
dichos maravedíes, los dichos visitadores condenaron al dicho mayordomo, que
los dé y pague a la dicha iglesia, dentro de nueve días primeros siguientes, el
cual dicho Pedro Ferrández juró en forma la dicha cuenta en presencia de Juan
Gómez, cura y de Martín Valero y de Diego Rodríguez, alcaldes, los cuales
aprobaron y ovieron por buena la dicha cuenta.
Mandaron al
dicho mayordomo los dichos visitadores que de los dichos maravedíes haga hacer
sobre el altar mayor un guardapolvo de cinta y saetino bien hecho y que lo haga
hacer luego, so pena de seiscientos maravedíes para la obra de la dicha
iglesia.
Otrosí,
mandaron al dicho mayordomo, los dichos visitadores que cobre del Concejo de
esta dicha villa, doscientos maravedíes. y de Juan López de Siles cuatrocientos
setenta maravedíes, y de Martín Valero ochenta maravedíes, que son todos
setecientos y /165/ cincuenta maravedíes, los cuales mandó la mujer del dicho
Juan López de Siles a la iglesia para una lámpara.
Otrosí, le
mandaron al dicho Pedro Ferrández, mayordomo, que cobre del dicho Concejo
quinientos maravedíes, los cuales le deben a la dicha iglesia y que de ellos
haga hacer luego un lugar que se llama carnero en el cementerio a la parte
donde el cura le señalare para que se pongan los huesos de los finados, que
andan fuera de la tierra; lo cual haya de hacer luego, donde no, que lo harán
de sus bienes y a su costa.
Hallaron en la
dicha iglesia por cura a Juan Gómez, clérigo fraile de la Orden, el cual está
proveído por presentación del maestre don Alonso de Cárdenas y colación del
provisor de Cartagena, el cual es buen eclesiástico y administra bien los
oficios de la iglesia. Hallaron por información que era público concubinato, sobre
lo cual los dichos visitadores hicieron pesquisa secreta y apartadamente en la
manera que adelante dirá y de las personas de yuso contenidas.
Juan Alonso, alcalde, juró en forma
debida de derecho, fue preguntado so bajo del juramento que hizo, que si sabe
que Juan Gómez, clérigo de la dicha villa, administra bien los sacramentos y si
es diligente en su oficio y si muere alguno sin recibir los sacramentos por su
negligencia; el cual declaró que a todo lo que él puede saber, que lo hace muy
bien y administra muy bien los sacramentos.
Fue preguntado
por los dichos visitadores si sabe que tiene manceba pública o secreta o que es
lo que de esto sabe. Dijo y declaró que sabe que tiene manceba que así se dice,
pero que no sabe donde la tiene; y que sabe que tiene un hijo en su casa de
hasta cinco años. Preguntado cómo sabe que es su hijo; dijo que porque lo dice
el dicho cura. Preguntado si es pública voz y fama que tiene la dicha manceba y
el dicho hijo; dijo que así se dice, y preguntado cuánto tiempo ha que la tiene
y cuánto tiempo ha que no /166/ se dice; dijo que puede haber año y medio que
se decía y que ha mucho tiempo que la tiene.
Juan López del Rincón, vecino de la
dicha villa, juró en forma debida y ratificado, fue preguntado por la primera
pregunta de susodicha, dijo que sabe que administra bien los sacramentos de la
iglesia y que los da bien a los que lo han menester.
Preguntado por
la segunda pregunta, dijo que sabe que tiene a una mujer de esta villa que se
llama Quiteria y que tiene en ella un hijo y una hija y que la hija tiene ella
y el hijo tiene él, y que puede haber un mes que la vido en Siles en una casa
de la capellanía que tiene el dicho Juan Gómez. Preguntado cómo sabe que son
sus hijos; dijo que porque es público y que no la ha visto en este lugar desde
tres meses ha, que estuvo aquí en una casa que estaba apartada por sí.
Preguntado cuánto tiempo ha que la tiene; dijo que ha cinco o seis años poco
más o menos, y que esto es lo que sabe para el juramento que hizo.
Juan García, vecino de la dicha villa,
juró en forma debida de derecho y ratificado y preguntado por los dichos
visitadores por la primera pregunta, dijo que a lo que a él parecía que lo hace
bien en su iglesia y que lo demás no sabe.
Preguntado por
la segunda pregunta, dijo que sabe que tiene una manceba, hija de Gonzalo
García que se llama Quiteria; preguntado cuánto tiempo ha que la tiene; dijo
que cinco o seis años; preguntado dónde la tiene, dijo que ha tres semanas,
poco más o menos, que estaba aquí en la torre y que la vido; preguntado cómo
sabe que la ha tenido, dijo que porque la ha tenido en su casa y en otra casa
aparte y tiene un hijo en ella que tiene en su casa el dicho cura y otro que da
la teta la dicha Quiteria y otro que se le murió; preguntado cómo lo sabe, dijo
que porque los procrea como padre; preguntado si sabe que les da las cosas
/167/ necesarias, dijo que sí; preguntado cómo lo sabe, dijo que porque su mozo
se lo lleva, y que sabe que la tenía en Siles vendiendo vino del dicho cura;
preguntado si hay escándalo en el pueblo por ello, dijo que muchos van a misa y
no querían ver el muchacho porque parecía mal y que esto es lo que sabe para el
juramento que hizo.
Y después de lo
susodicho, en la dicha villa, dos días del mes de octubre del dicho año de
noventa y ocho años, ante los señores visitadores y en presencia de mí el
escribano y testigos yusoescritos pareció el dicho Juan Gómez, cura de Benatahe
y dijo que él de su pura y espontánea voluntad decía y confesaba que había
tenido que fazer carnalmente con Quiteria y que la había tenido cierto tiempo
por manceba y que tenía dos hijos en ella y que los tenía por sus hijos y que
le había dado las cosas necesarias algún tiempo y que hasta ahora ha tenido que
faser con ella y que pide y suplica a los dichos visitadores que se hayan con
él piadosamente porque él confiesa y dice su culpa y se arrepiente de ello y
está con intención de quitarse del dicho pecado, testigos el bachiller Rodrigo
del Castillo y Fernando Carrillo.
Y después de lo
susodicho, este dicho día, los dichos visitadores dieron un mandamiento para
los alcaldes de la dicha villa de Benatahe, su tenor del cual es este que se
sigue:
Nos, Rodrigo
Dávalos, comendador de Montealegre y Pedro de Morales cura de Valdiacete,
visitadores y reformadores de la Orden de Santiago en el reino de Murcia con el
Val de Segura, por el rey y la reina, nuestros señores, administradores
perpetuos de la dicha Orden por autoridad apostólica, hacemos saber a vos los
alcaldes de la villa de Benatahe, que en esta visitación que hacemos en la dicha
villa, hallamos que Quiteria, vecina de la dicha villa, era mujer que
públicamente estaba disoluta por Juan Gómez, clérigo, sobre lo cual nos
mandamos haber información y por nos por nuestra sentencia, ella es desterrada
de esta dicha villa y de sus términos y de todas las villas y /168/ lugares de
la Orden de Santiago, porque os mandamos que cada y cuando en la dicha villa
fuere hallada, le notifiquen como ella es desterrada por nuestro mandado,
perpetuamente de la dicha Orden y así la desterrad con apercibimiento que le hagáis
que si después del dicho nuestro mandamiento fuere hallada en la dicha villa o
en sus términos, le hagáis dar públicamente sesenta azotes y la desterrad otra
vez en la misma forma que primero, lo cual os mandamos que así hagáis y cumpláis
so pena de dos mil maravedíes para la cámara de sus altezas. Hecho dos días de
octubre de noventa y ocho años, Rodrigo Dávalos, Pedro de Morales. Por mandado
de los señores visitadores Alonso de Alarcón, notario.
El cual dicho
mandamiento fue notificado a Juan Alonso y a Diego Rodríguez, alcaldes de la
dicha villa de Benatahe y quedó en su poder, los cuales dijeron que están
prestos de cumplirlo en todo y por todo según que en él se contiene, testigos
Diego Vázquez y Juan García y Pascual Sánchez, vecinos del dicho lugar.
Y después de lo
susodicho, estando en la villa de Siles, los dichos visitadores, en seis días
del mes de octubre del dicho año, dijeron que por ellos vista una pesquisa e
información de testigos hecha contra Juan Gómez, freile de la Orden y cura de
la dicha villa Benatahe y vista la confesión por él hecha espontáneamente, que
debían mandar y mandaron al dicho Juan Gómez que de aquí a ocho días después
del día de Todos Santos primero que viene de este dicho año, se presente
personalmente ante el prior y convento de Uclés con la dicha pesquisa signada,
cerrada y sellada para que el dicho prior y convento la vean y así vista le den
penitencia saludable a su ánima y que no vuelva de allá sin licencia y mandado
del dicho prior y convento. Lo cual todo dijeron que le mandaban y mandaron en
virtud de obediencia, de privación de oficio y beneficio, lo cual todo fue
notificado por mí el escribano de la dicha visitación, al dicho Juan Gómez; a
lo cual estaban presentes por testigos el bachiller Rodrigo del Castillo y
Antón Sánchez Merino, cura de la villa de Siles.
/169/
Posesiones del beneficio de Benatahe
Tiene de renta
el dicho beneficio, todas la primicias de pan y queso de la dicha villa. Tiene
más los dos tercios del pie de altar y el otro tercio lleva el sacristán.
Tiene una viña
en el Cañadizo, linde de Martín Fernández, de tres peonadas.
Otras dos
suertes de viñas en las Aguaderas que son dos peonadas, la una linda con Juan
Sánchez, carralejo.
Otra suerte de
viña de cuatro peonadas en los Cambrones de la cañada, linde con Andrés Gómez.
Otras tres
suertes de viñas de obra de trescientas vides en el pago de los Moralejos.
Tres olivas y
un huerto bajo del pilar, linde de las de Alonso Gallego.
Trocó el dicho
cura una suerte de viña que tenía cabo Juan Sánchez, carrilero, con Fernando
López, por otra mayor de ocho peonadas y volvió el dicho cura encima los
cuatrocientos y setenta y cinco maravedíes que habían quedado en la visitación
pasada que había de comprar una viña.
Tiene un huerto
a dónde viene el camino de Torres, cabo una canal de madera, que tiene granados
y una higuera.
Mandaron los
dichos visitadores al dicho cura que cada domingo y fiestas de Nuestra Señora y
de los apóstoles, diga tercia cantada y haga las procesiones alrededor de la
iglesia, en virtud de obediencia.
Otrosí, le
mandaron al dicho cura que todos los viernes y sábados y domingos en las tardes
haga tañer la campana a la salve y la diga y todos los días de las cuaresmas (…),
todo en virtud de obediencia.
Mandaron al
dicho cura, en virtud de obediencia, y al Concejo, so pena de dos mil
maravedíes, que no consientan visitar a ningunos visitadores de los de fuera de
la Orden, ni tomar cuentas a mayordomos, en ninguna manera y si intentaren de
poner entredicho sobre ello, que no se lo guarden, pues para ello no tiene
jurisdicción, lo cual quedó por mandamiento /170/ por escrito al dicho cura y
al mayordomo de la dicha iglesia.
Por la
visitación pasada fue mandado al dicho mayordomo que hiciese adobar un cáliz
que estaba quebrado, se halló que estaba dado a adobar.
Hallaron los
dichos visitadores que por la visitación pasada fue mandado al mayordomo de la
iglesia que comprase una casulla de damasco; se halló que había comprado una
casulla de raso morado con unas alcachofas sembradas de oro por ella y muy
buena cenefa y más una capa del mismo raso y de la cenefa y alcachofas de lo
mismo, y más una manga para la cruz de terciopelo negro bien guarnecida, que
les costó todo catorce mil maravedíes.
En el término
de la dicha villa hay cinco ermitas, de las cuales no tienen renta ninguna las
cuatro de ellas que son Santa Catalina y San Blas y San Bartolomé y San
Sebastián. La ermita de San Ginés tiene renta y tiene mayordomo que es Juan
López Reillo (¿) vecino de la dicha villa, según que adelante está asuntada.
Visitación de San Ginés
Este dicho día,
los dichos visitadores fueron a visitar la ermita de San Ginés, que está
apartada de la dicha villa y es una iglesia buena; es de una nave sobre tres
arcos grandes de yeso y encima cubierta de madera de pino acepillado. Tiene un
altar con su frontal y manteles limpios, y encima tiene la imagen de San Ginés
de bulto bien guarnida y la dicha iglesia pintado muchas imágenes por las
paredes.
Inventario de los bienes de la dicha ermita
Unos manteles
de cáñamo nuevos. Un frontal de lienzo con la imagen de San Ginés. Otro frontal
de guadamecí. Otros dos frontales pintados, de lienzo. Un paramento pequeño
pintado, de cuatro varas. /171/ Dos cortinas de estopa viejas. Una delantera
(¿) de estambre y cáñamo de listas cárdenas y de colores. Dos abiticos de
estameña, el uno con cintas de seda y el otro abitillo de damasco amarillo
bordado con terciopelo negro. Unas tobajas de lienzo labradas con seda
colorada. Seis pares de manteles. Una sábana de cáñamo de dos palmos. Una
almohada labrada. Otra sábana de cáñamo vieja. Unos manteles viejos. Una arca
de almadraque de lana.
Una campanilla
pequeña. Una arca buena con su cerradura.
Dos tinajas
para aceite pequeñas. Una lámpara de latón. Una taza de latón para coger
limosna. Un frontal colorado roto.
Tiene más tres
olivas y un acebuche en ciertas partes.
Cuenta del mayordomo
Montó el cargo
de los maravedíes que tiene recibidos hasta hoy dicho día según pareció por
menudo en su libro, dos mil y nueve maravedíes, y cuatro fanegas y nueve
celemines de trigo. II U IX (2.009.-)
Montó los
maravedíes que dio que había gastado en la dicha ermita hasta hoy, ciento y
tres maravedíes. CIII (103.-).
Descontados de
los maravedíes del dicho cargo fina que debe el dicho Juan López, mayordomo,
mil y novecientos y seis maravedíes y el dicho trigo. I U DCCCCVI (1.906.-).
En los cuales
dichos maravedíes y pan, los dichos visitadores condenaron al dicho Juan López Reyllo
(¿), que los dé y pague a la dicha ermita de San Ginés o a quien por ella lo
hubiere de haber, dentro de nueve días primeros siguientes, y si al dicho Juan
López viere el Concejo que le debe dejar en la dicha mayordomía, se le haga
cargo de los maravedíes y pan susodichos, la cual dicha cuenta juró el dicho
Juan López en forma debida.
Este dicho día
visitaron la ermita de San Sebastián,
la cual es de una nave; tiene un altar en el cual no hay ninguna cosa salvo un
paramento de lienzo y en él pintado las imágenes de San Sebastián y San Fabián,
la cual no tiene renta ninguna.
/172/
La torre
Y luego los
dichos visitadores, continuando su visitación, visitaron una torre que está en
la dicha villa, la cual es muy alta, de tapias de hormigón mal reparadas, la
cual tiene tres suelos.
Hallaron por la
visitación pasada, que los visitadores pasados mandaron que reparasen la torre
y los suelos de ella y el tejado; lo cual se halló que estaba hecho.
Esta dicha
torre tiene delante una barrera de tapias, y más adentro otra barrera de
hormigón, mal reparada. Tiene al pie de la dicha torre un cuarto de
aposentamiento en que hay una sala y dos palacios y una cocina, todo hecho a
colgadizo y mal reparado. Mandaron al comendador que haga adobar la sala y
cuarto susodicho en esta manera: que le quite toda la madera pandeada y
quebrada y se la eche de nuevo y desabra todo lo que estuviere mal reparado de
ello, y lo cubra de nuevo; lo cual lo mandaron que hasta un año primero cumplido
lo tenga hecho, en virtud de obediencia, lo cual se notificó a Juan de Robles,
arrendador de las rentas de la dicha villa, que lo haga saber al señor conde o
a sus mayordomos.
Mandaron al
dicho Juan de Robles que luego dé cuatro reales que son menester para retejar
la casa y que los gaste él porque tiene de ello mucha necesidad y que dejan su
derecho a salvo del conde para contra el Concejo, si alguno tuviere.
Y luego los
dichos visitadores visitaron el horno
de poya de la dicha villa, el cual hallaron bien reparado.
Visitaron los
dichos visitadores una casa que la Orden
tiene en la dicha villa, la cual está toda caída por el suelo. Y los
visitadores pasados habían mandado hacer la dicha casa al comendador y habían
dejado cierto dinero embargado para ello en poder de Diego Rodríguez para que
lo hiciese hacer; y vieron por vista de ojos que no estaba hecho. Lo cual
hicieron tasar a Alonso Gómez, cantero maestro de obras y albañil, con
juramento que primeramente de él recibieron y después que lo hubo tasado y
moderado, hallose por su declaración /173/ que había menester la dicha casa
para hacerse como primero estaba, veinte y cinco mil y novecientos y setenta y
seis maravedíes y un año de término para lo hacer.
Y luego los
dichos visitadores mandaron a Juan Alonso y a Martín Valero, vecinos de la
dicha villa, que de aquí a un año primero siguiente haga hacer y labrar la
dicha casa de bastimento a vista de maestros. Y mandaron a Diego Rodríguez,
vecino de la dicha villa, que acuda a los susodichos con los nueve mil y
ochocientos maravedíes que en él fueron depositados por los visitadores pasados
y con los diez y seis mil y ciento y setenta y cinco maravedíes restantes para
cumplimiento a los dichos veinte y cinco mil novecientos y setenta y cinco
maravedíes, mandaron a Juan de Robles, vecino de Siles, arrendador de las
rentas de la encomienda de la dicha villa que acuda con los dichos maravedíes a
los dichos Juan Alonso y Martín Valero en esta manera: con los ocho mil
maravedíes luego y los otros ocho mil y ciento y setenta y cinco maravedíes, el
día de Navidad y el dicho Diego Rodríguez con los nueve mil y ochocientos
maravedíes acuda en fin del mes de abril del año venidero de noventa y nueve
años. Los cuales dichos Juan Alonso y Martín Valero se dieron por contestos de
los dichos veinte y cinco mil y novecientos y setenta y cinco maravedíes y se
obligaron de hacer la dicha obra en el dicho tiempo, para lo cual obligaron sus
personas y bienes y dieron poder a todas las justicias y renunciaron las leyes
del derecho, otorgaron carta firme y recibo; testigos Diego Vázquez y Juan
Gómez, cura y Pedro de Madrid.
Hallaron los
dichos visitadores que estaba una esquina hendida del muro cabo la torre y para
saber cuando se hizo, los dichos visitadores recibieron juramento de Martín
Valero y e Juan Alonso, alcaldes, que si sabían en qué tiempo; los cuales
declararon que había más de cinco años que se acuerda y han visto estar hendida
la dicha torre y que esto es lo que saben para el juramento que hicieron. Y los
dichos visitadores mandaron lo poner aquí para hacer de ello relación a sus
altezas, para que le mande hacer en ello lo que sea su servicio, testigos el
bachiller Rodrigo del Castillo y Juan de Madrid.
Declaró Juan de
Robles, arrendador de las rentas de la encomienda mayor pertenecientes en la
dicha villa que la tenía arrendada en setenta y cinco mil maravedíes cada año.
COMENTARIO: Visita a
Benatae del año 1498.- Benatae dependía directamente de la Encomienda Mayor
de Castilla. Los territorios de la Orden de Santiago estaban divididos en
provincias (León, Castilla, Aragón, Portugal). Al frente de cada provincia
había una Encomienda Mayor de dependencia directa del Maestre. Los territorios
santiaguistas de la provincia de Castilla comprendían al reino de Castilla, los
diferentes reinos de Andalucía y el reino de Murcia al que pertenecía la
Encomienda de Segura.
El 1 de octubre de 1.498 los visitadores
santiaguistas llegaron a la villa de Benatahe y convocaron a sus alcaldes Juan
Alonso y Diego Rodríguez y a los regidores Juan García y Diego Vázquez.
Visitaron la iglesia parroquial de Santa María que era de una
nave con arcos de yeso y cubierta de madera. Tenía un altar mayor con la imagen
de la Virgen de bulto. Tenía una nueva capilla bajo la advocación de San Ginés.
La iglesia tenía campanario con dos campanas. Los visitadores hallaron por cura
al clérigo santiaguista Juan Gómez al que abrieron información de concubinato.
En el término había cinco ermitas: Santa Catalina, San Blas, San
Bartolomé, San Sebastián y San Ginés
Luego visitaron la Torre con su barrera (cortijo), la casa de
bastimento (de tercia) y el horno de pan.
Tenía 100 vecinos o familias (alrededor de 500 habitantes) de
los cuales solo uno era caballero de cuantía, obligados a tener caballo y armas
dispuestos para la guerra. Eran cuantiosos aquellos vecinos que tenían
propiedades por valor superior a una determinada cantidad o cuantía. El vecino
cuantioso se llamaba Juan Alonso, que era uno de los Alcaldes Ordinarios.